12/07/2013

Homenaje a Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur, Pedro Luis Valencia y Luis Fernando Vélez, Defensores de los Derechos Humanos, Asesinados en Medellín en 1987

Universidad de Antioquia – Rectoría: Presentación:

  Doctor Alberto Uribe Rector 
  Universidad de Antioquia
Produce innegable dolor recordar la muerte de quienes amamos, sobre todo si ellos fueron víctimas de la violencia, pero produciría más dolor y más pena si fuésemos una sociedad que portara el olvido como insignia del miedo o de la deshumanización.
Pedro Luis Valencia, Leonardo Betancur, Héctor Abad Gómez y Luis Fernando Vélez Vélez, todos defensores de los Derechos Humanos, egresados y profesores de la Universidad de Antioquia, y  seres humanos que lucharon con sus ideas y con sus palabras por un país más democrático, más educado y más igualitario, fueron asesinados desde la acera de la cobardía en 1987, es decir, hace veinte años. Hoy los recordamos como lo hemos hecho durante todos estos años, y como deberíamos recordar a tantos otros que, también en ese año y en años posteriores, han sido víctimas de la brutalidad de la intolerancia, del pánico a la libertad y del odio a la palabra lúcida y amorosa.
Nos unimos aquí en una conmemoración que quiere ser un sincero reconocimiento y que quiere también recordar el pensamiento y la actitud de quienes obraron en la vida de acuerdo con sus convicciones, llenos de alegría y de vigor, tomando siempre como estandarte la libertad y el derecho natural que todos tenemos a gozar de una vida digna. Nos unimos en un acto que quiere recordar las palabras del poema de Dylan Thomas como una inscripción contra la oscura caverna a que siempre nos aboca la violencia: “Y la muerte no tendrá señorío”.
Héctor Abad Gómez
Héctor Abad Gómez: Contaba con la terquedad y la constancia de aquellos a quienes la naturaleza hace hombres excepcionales. Pero contaba, sobre todo, con un don de humanidad, un profesionalismo y generosidad como médico salubrista, y una capacidad mental e intelectual de tan largo alcance,  que lo hicieron no sólo casi imprescindible para nuestra sociedad falta de corazones líderes y honestos, sino también, por desgracia, blanco de la más burda intolerancia. La que asesina inútilmente, porque ideas y palabras arraigadas en la sabiduría y en la libertad, como en el caso de Héctor Abad Gómez, son inmunes a las balas.
Leonardo Betancur Taborda: Fue discípulo de Héctor Abad no sólo en la Facultad de
Docotor Leonardo
Betancur  Taborda: 
Salud Pública sino también en la plaza pública como líder y tribuno en la defensa de los derechos humanos. Pese a su juventud contaba con una madurez que lo hizo descollar tanto por su ímpetu de líder natural como por su personalidad de buen profesor y de amigo incondicional de las causas que implicaban el bienestar de la Universidad, de las nuevas generaciones y, ante todo, que implicaban la lucha por la justicia y contra todo tipo de violencia y de crímenes, vinieran de donde vinieran.
Cayó asesinado junto a Héctor Abad Gómez, y por las mismas razones: la brutalidad y el horror de la intolerancia no soportaban que tuvieran vida dos llamas al viento, libertarias y lúcidas.
Pedro Luis Valencia G
Pedro Luis Valencia Giraldo: Llevó consigo el emblema de la rebeldía como quien lleva
una flor en la solapa y como cumplimiento de un deber insoslayable en una sociedad que cohabita con la injusticia y con la desigualdad. Fue asesinado en una ciudad que, en un momento determinado, se convirtió en el imperio de la impunidad y que cobraba con violencia las derrotas que sufría en el terreno de las ideas. Hoy su recuerdo y el ejemplo de sus luchas humanistas y solidarias acompañan los sueños de igualdad, de educación y de cultura inmersos en la misma ciudad donde nació y murió.

Luis Fernando Vélez Vélez: “El único enemigo es aquel con quien no podemos ejercer 
Luis Fernando
Vélez Vélez
la sublimación de la palabra y su fuerza regeneradora, su poder revivificante; es aquel con quien no podemos dialogar”, dijo alguna vez Luis Fernando Vélez. En sus labios esa convicción fue la verdad que más tarde cobraría su vida. No defendió la palabra y la libertad por ningún afán personal, sino porque entendía que la carencia de las dos hacía carente, hasta la mendicidad, a toda una sociedad. Fue abogado, antropólogo, teólogo, profesor e indigenista para tener lenguajes con los cuales comunicar la necesidad de ser libres y de tener motivos en la vida para reír, para ser amigos.
Quienes lo mataron desde las sombras, como mataron a tantos otros de su estirpe y de su vehemencia para amar, nunca entenderán qué es la sublimación de la palabra. Ese es, en verdad, el peor mal que nos aqueja.

Ante el Descuido de las Instituciones Organizadoras del Homenaje a los Defensores de Derechos Humanos Carlos A. Ruiz Ospina Realizó el Siguiente Pronunciamiento, que Consideramos Vale la Pena Recordar:
Señores Universidad de Antioquia – Rectoría:
Respetadas Instituciones, 
Muchos defensores de los derechos humanos asesinados en esa fatal década de los años ochenta, y cuyo pico, fuera el año de 1987, hasta el punto que la prensa internacional llego a expresar que “1987 el año de la guerra sucia en Colombia”  porque esa macabra secuencia de asesinatos, esa irracional escalada de terror de Estado fue, como lo denominó el expresidente Carlos Lleras Restrepo, La Entronización del Asesinato Como Arma Política.
Recordemos que en esa época las organizaciones defensoras de los derechos humanos y fuerzas de izquierda indicaban que la “guerra sucia” está basada en la doctrina de la seguridad nacional y que la lleva a cabo una alianza de narcotraficantes, hacendados y militares, También indicaban que la “Guerra Sucia” era ejecutada por ciento cuarenta y siete grupos de “autodefensa” o “Escuadrones de la Muerte” – cifra entregada al Congreso por el entonces ministro de Gobierno, César Gaviria.
También hay que recordar que desde mediados de 1987, la “Guerra Sucia” cobró un cariz novedoso: La proliferación de “listas negras” de amenazados de muerte, acusados de “relacionistas  de las guerrillas” (como varios periodistas), o de “idiotas útiles de la subversión” (como los defensores de los derechos humanos).
Las amenazas provocaron una estampida, y son decenas los periodistas, artistas, catedráticos e intelectuales en general que tomaron el camino del exilio, obligados por las circunstancias.
En hora buena ustedes realizan una excelente programación para exaltar a cuatro emblemáticos defensores de los derechos humanos de la época los doctores: Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur T, Pedro Luís Valencia G. y Luís Fernando Vélez V., asesinados en Medellín en 1987.
Pero es necesario recordar que la década de los ochenta fue apenas el comienzo de esa tenebrosa política de exterminio de los dirigentes sociales y políticos que participaban de la lucha por la democracia, pues no sólo le paso a los Defensores de los Derechos Humanos, recordemos también al histórico movimiento cívico del Oriente Antioqueño, en donde fueron asesinados 142 de sus lideres, para no hablar de los dirigentes campesinos y sindicales y de la UP 
Diez años más tarde, para ser exactos el 25 de agosto de 1997, en el recinto del paraninfo de la Universidad de Antioquia, uno de los referentes éticos y morales de esa década y quién había recogido las banderas de la defensa de los Derechos Humanos, conmemoraron el décimo aniversario a quienes hoy ustedes les hacen los veinte años.   
Ese hombre en su extrema soledad, que llevaba nueve años ejerciendo la presidencia del Comité Departamental de Derechos Humanos, realizó dos hechos históricos en esa conmemoración, pronuncio un discurso en donde denuncia la relación de los comandantes militares, de los comandantes de la policía, con las convivir y con los paramilitares, y en dicho evento se realiza el segundo acontecimiento pues se suscribe un acta de renovación de compromiso por la Defensa de los Derechos Humanos, ese hombre era JESUS MARÍA VALLE JARAMILLO, quién más que ser un abogado, era un jurista, verdadero defensor de los Derechos Humanos y para quién era principio fundamental apoyarse en la “fuerza de la razón y no, en la razón de la fuerza”, pronunció, en medio de un lleno total en el auditorio del Paraninfo de la Universidad de Antioquia, el discurso que culmino así:
Por eso esta noche la presencia de todos ustedes, de la familia Abad, Betancur, del honorable magistrado de la Corte Constitucional, Dr. Carlos Gaviria, de los coordinadores del comité, de hombres y mujeres, nos llena de alegría. Y en este recinto histórico podemos decir hoy: Héctor Abad, Leonardo, Fernando, Pedro Luis, Carlos, Felipe, ¡Aquí estamos!, podemos decir: Heli Gómez, personero de el Carmen; profesores perseguidos, victimas:¡AQUÍ ESTAMOS Y ESTAREMOS SIEMPRE, EN EL FRAGOR DE LA LUCHA O EN LA QUIETUD DE LA MUERTE!
Señores de la Universidad de Antioquia, de la Rectoría, de la Facultad de Medicina, de la Facultad Nacional de Salud Pública, del Sistema de Bibliotecas, del Museo Universitario, de la Corporación para la Educación y la Salud Pública Héctor Abad Gómez, de la Alcaldía de Medellín, - Secretaría de Cultura Ciudadana y quienes son organizadores y convocantes de este gran acto y homenaje ¿Cómo podemos complementar en sus actividades LA INCLUSIÓN, para hacerle, el más que merecido homenaje, al último de los ¿Presidentes de Defensa de los Derechos Humanos de Antioquia?
Para el próximo mes de febrero de 2008 se conmemorarán los diez años del magnicidio del Doctor Jesús María Valle, me parece que han quedado en deuda con este emblemático personaje de la sociedad democrática de Antioquia y Colombia y por ello les propongo que los diferentes estamentos realicen las gestiones pertinentes, para rendirle un homenaje póstumo a Jesús María Valle Jaramillo, el insigne Maestro luchador por los Derechos Humanos, y así exaltarlo como lo que fue: un símbolo Ético de nuestra historia; el más vivo ejemplo de las virtudes que se deben imitar por su grandeza de alma, por la reciedumbre de su carácter, por la pureza de su corazón y por la magnificencia de sus ideales.
Como un gesto de aprobación, les propongo que en los diferentes actos que a partir de hoy, en esta plazoleta Barrientos se coloque una SILLA VACIA, que exprese la ausencia – presencia y en especial para el cierre del acto en el paraninfo de la Universidad de Antioquia no sólo se deje LA SILLA VACIA, sino que también se realice un perfil de su ser y se convoque a la conmemoración de su décimo aniversario.
Fraternalmente: Carlos A. Ruiz Ospina: Autor Perfil Sociopolítico de Jesús María Valle Jaramillo, Vigencia Histórica de la Lucha por la Defensa de los Derechos Humanos - Socio y Miembro Consejo Directivo Escuela Nacional Sindical – ENS - E-mail: biovalle2@hotmail.com – Cel. 300 664 32 64 - Reproducido por Ediciones Desde Abajo - 20 – 08 - 2007 - 19:00

5 comentarios:

Anónimo dijo...

El único de los asesinados en esa década que puede resucitarse es el LICEO ANTIOQUEÑO DE LA U. DE ANTIOQUIA.

Anónimo dijo...

El Liceo Antioqueño era el mejor colegio del país. Además de conocimiento, aprendíamos a no tragar entero y a respetar y hacer respetar los Derechos Humanos. Fue vilmente asesinado en 1988. Debemos resucitarlo, para bien de las generaciones venideras. William López. profeprofe@yahoo.es

Anónimo dijo...

Desde la desaparición del Liceo Antioqueño la calidad de la educación en el país rodó por el suelo, porque era el ejemplo y el modelo a seguir para las demás instituciones educativas.

Anónimo dijo...


También en la década de los ochenta se asesinó vilmente al LICEO ANTIOQUEÑO de la Universidad de Antioquia, por el pecado de enseñar a no tragar entero el mentiroso discurso de los asesinos paramilitares que a toda costa buscaban el PODER en Colombia. Era el mejor colegio del país, y es nuestro deber RESUCITAR EL LICEO ANTIOQUEÑO DE LA u. DE ANTIOQUIA.

Anónimo dijo...

Cantaremos entusiastas
a nuestra Universidad
y al Liceo Antioqueño
Vamos a resucitar...