12/07/2013

Por: Carlos A. Ruiz Ospina: Jesús María Valle Promovió y Tiene Vigencia Histórica el "Acta de Renovación de Compromiso por la Defensa de los Derechos Humanos" Suscritos por los Defensores de Derechos Humanos y Más de Dos mil Ciudadanos, el 25 de Agosto de 1997

Jesús María Valle Promovió y Tiene 
Vigencia Histórica el "Acta de 
Renovación de Compromiso por la 
Defensa de los Derechos Humanos"  
.......Y así estaba recordando con tristeza las derrotas sufridas por el ejercicio de la antidemocracia, por la tiranía, por la falta de respeto a las decisiones del pueblo, pero también recordaba con alegría el acompañamiento en muchas de las luchas realizadas de lo que consideraba era lo más valioso de la sociedad, sus colegas, sus compañeros de lucha y el pueblito, por el que él consideraba que valía la pena todos los esfuerzos realizados, por ello le dolía tanto sus asesinatos.
Entonces su pensamiento regresó al auditorio del paraninfo de la Universidad de Antioquia, cuando ya el público asistente se encontraba de pie terminando de aplaudir su homenaje, que a través de ese discurso de impecable factura oratoria dedicaba a los inmolados protagonistas del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, y allí mismo se dio lectura de la propuesta acordada con otros miembros del Comité, para presentar el acta de renovación de compromiso ante los asistentes y así continuar con la causa de la Defensa de los Derechos Humanos,  cuya acta fue firmada por más de dos mil ciudadanos; dicha acta expresa:
Acta de Renovación de Compromiso: 
En la ciudad de Medellín. El día veinticinco de agosto de 1997, nos reunimos para reafirmar, públicamente, nuestro compromiso con la causa de los derechos humanos, la misma que abrazó hace diez y ocho años, un grupo de hombres y mujeres, preocupados por el respeto de la dignidad humana sin distingo de clase, color, ideología o partido, creencias, gustos, sexos o nacionalidades. Entre estas personas egregias, recordamos con admiración a los médicos Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur Taborda y a los abogados Luis Fernando Velez Velez  y  Carlos Gónima Lopez.  
Sus vidas son ejemplos vivos y permanentes, que han de inspirar a las nuevas generaciones. Ellos, vencieron la muerte al dar testimonio heroico de sus convicciones.
La causa que nos legaran, y que acogemos sin vacilación, es la lucha por la dignidad humana, fundamento inamovible de toda sociedad civilizada, unida, en la circunstancia crítica que vive Colombia, al compromiso por la paz, eje indiscutible de la Constitución que hoy nos rige, auténtica reiteración del pacto de convivencia que, de tiempo atrás habíamos olvidado.
Todas las personas de bien, más allá de nuestras diferencias ideológicas, de nuestras preferencias políticas y de nuestras perspectivas culturales, propias de un Estado pluralista, anhelamos y necesitamos la paz., supuesto indispensable para que cada quién pueda realizarse plenamente como sujeto moral, y la sociedad toda pueda alcanzar su meta inabdicable de dar a cada uno lo suyo.
Pero como  “sin justicia social no puede ni debe haber paz”, según la hermosa enseñanza de Héctor abad, resulta imperativo aunar los dos propósitos y hacer de ellos una sola causa.
Ese es el compromiso, que en medio de tantas iniquidades como las que nos aquejan, queremos hoy reiterar pública y solemnemente, como el mejor homenaje a nuestros compañeros muertos.
En esta asamblea, con énfasis, repudiamos la violación de los derechos humanos, provenga de donde provenga y clamamos por el respeto del Derecho Internacional Humanitario. Como deber sobresaliente tenemos que repudiar y denunciar cualquier clase de terrorismo de Estado que pisotee los Derechos Fundamentales consagrados en la Carta Constitucional. Esto hace que sea inmenso el dolor que se siente ante las crecientes estadísticas de violaciones cumplidas por miembros vinculados a instituciones legales cuya investidura oficial los obliga a una indeclinable conducta inmaculada. Lo más grave en ésta materia, es la dolosa ocultación de las acciones proclives en formas encubiertas y discursos de distracción con apariencia científica y humanística.
Ahora, reunidos, reclamamos como virtud real, la presencia exacta de la justicia. El máximo efecto de la sinrazón quizás sea la agresiva impunidad que se ha entronizado como una cotidianidad que deja incólume a todos los crímenes de lesa humanidad y favorece un clima constante de abusos y de atropellos contra el hombre.
La realidad nos muestra a personas violentamente agredidas, a las cuales nos acercamos con sentimiento de solidaridad, afirmando que debemos trabajar en su favor, con los principios consignados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y demás instrumentos internacionales suscritos por el Estado Colombiano y privilegiados en su fuerza ejecutiva por la Constitución Política de Colombia.     
Dentro de estos actores del sufrimiento directo, la historia nos exige hacer referencia muy especial a los agredidos que caminan sin hogar; que están exiliados en su propia Patria, signados por la pesadilla de la desposesión integral.
Hemos de vigilar, por todo esto, que el Estado cumpla el artículo 3 de la Declaración Universal cuyo tenor reza con simplicidad natural: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”.
Estamos convencidos que el reconocimiento de las diferencias y el respeto de cada uno, es lo que permite acercarnos  a la dignidad y a la igualdad de los hombres. Por tanto, es canon ético de nuestro comportamiento, el lograr comprender las diferencias políticas y religiosas como una íntima e independiente facultad humana. De esta suerte podemos asistir a la víctima de una violación de derechos, sin otro interés que la defensa de su condición humana siempre reclamante de un trato decoroso y digno. 
Aún así, debemos advertir que el Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos HÉCTOR ABAD GÓMEZ, no es una organización neutral o apolítica. Al contrario: Su razón de ser es custodiar los derechos, con capacidad de denunciar y oponer lid jurídica y política, lo que implica una clara postura de sanción a regímenes y gobiernos no respetuosos de los derechos del Hombre.   
Ello explica el por qué ninguno de nuestros miembros habla en nombre del Comité con oportunismo propagandístico de movimientos o partidos políticos, lo cual conduciría a erosionar el crédito humanitario que es la energía consustancial que nos da estructura ética. Claro está que ello no es óbice para que cada quién tenga, a titulo particular, la actividad que a bien tuviere en el concierto democrático de nuestra sociedad civil.  
Al firmar, Manifestamos nuestro compromiso de defender, tomando la vocería del Comité, los Derechos Humanos desde nuestros respectivos oficios, en el sitial en que nos coloquen nuestras posiciones laborales, simpatías o afinidades políticas, partidistas o religiosas. 

Carlos A. Ruiz Ospina 
Autor del  “Perfil Sociopolítico 
de Jesús María Valle 
Jaramillo, Vigencia Histórica 
de los Derechos Humanos” 
Estamos aquí para dejar expreso nuestro profundo rechazo contra toda violación a los derechos humanos, cumpliendo así con uno de los deberes esenciales que culturalmente nos ha entregado nuestra época.
Así, con estos postulados, suscribimos esta acta de compromiso: Jesús María Valle Jaramillo, Carlos Gaviria Díaz, Darío Arcila Arenas, Elvia Urán de B. J. Guillermo Escobar, Eulalia Yagarì, Beatriz Jaramillo de G. Fabiola Lalinde  L. Gloria Manco Q. María Victoria Fallon M. Patricia Fuenmayor G. Marta Lucia Hurtado C. Albeiro Pulgarin C. Ana Isabel Aguilar R., y siguen más de dos mil firmas. Tomado del Capitulo V del Libro “Perfil Sociopolítico de Jesús María Valle Jaramillo, Vigencia Histórica de los Derechos Humanos”, cuyo Autor es Carlos A. Ruiz Ospina

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