9/07/2012

II Entrega: Inteligencia Militar, Colombia: Álvaro Uribe, los Paramilitares, las FARC


Cordial Saludos Amigos, Simpatizantes y Militantes del Polo
Como una contribución para la actual coyuntura, en Polo Crítico damos a conocer el siguiente análisis que realizó y nos enviara el señor José María Rodriguez Gonzáles.
“Esta síntesis de las estrategias de los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos contra las FARC viene del análisis original en inglés para discusión de asuntos de inteligencia militar en Latinoamérica.
Existe una diferencia enorme entre el secreto militar, necesario en todas las acciones bélicas como en la actual guerra contra las FARC, y lo que el público ve en la superficie. El problemático y negativo ex presidente Álvaro Uribe conoce bien esta diferencia y explota este desconocimiento público para su beneficio político personal; y esto es lo que esta síntesis va a aclarar” José María Rodríguez González y que realizaremos en Cuatro Entregas: Segunda entrega.

Carlos A. Ruiz O.
Director Polo Crítico, 
Miembro Dirección Polo Antioquia 
Estrategia militar de Uribe
II La destrucción del Secretariado de las FARC

El éxito de Uribe en la limpieza social contra la población civil indefensa nunca fue igualado por sus ataques militares día y noche contra las FARC por ocho años con toneladas de bombas. Uribe terminó sus dos gobiernos y fue incapaz de doblegar la resistencia armada de las FARC. Para disimular su derrota siempre ha hecho publicidad con la deserción de 15 mil milicianos de las FARC, personas que al ser traidores le hacían más daño que bien a las FARC por la debilidad de su convicción, con la muerte de millares de guerrilleros, incluyendo alrededor de tres mil de ellos que resultaron no ser guerrilleros sino falsos positivos, y con la baja de diferentes jefes del Secretariado y los frentes, que en ningún momento afecta el relevo en la cadena de mando de las FARC ni tampoco afecta la moral de las FARC. Cada caído es un héroe que aumenta la moral, la combatividad y el reclutamiento de las FARC.
Lo que había detrás de la aparente seguridad era algo muy distinto. Las FARC, al ver que parte de la población civil, que era neutral, y que podía servirle de escudo o ayudarle, estaba siendo exterminada, reaccionaron con un repliegue inmediato para salvar a sus milicianos y a quienes realmente los apoyaban. Los nuevos afectados por los paramilitares por haber matado a sus familiares, se convirtieron en reclutamiento fácil para las FARC y terminaron unidos a los civiles que apoyaban a las FARC en la clandestinidad, ahora reforzada, o como milicianos. El resto de los pobladores contribuyeron a engrosar el record de cuatro millones de desplazados internos a que llegó Colombia durante el gobierno de Uribe y puso a Colombia entre las peores estadísticas del mundo.
Las FARC lograron mantener intacto su aparato militar y también aumentaron su milicia especializada. Las bajas del ejército durante el gobierno de Uribe pasaron la raya de los 4 mil militares, sin contar los millares de militares inválidos, dementes y suicidas. La guerra psicológica que consistía en afirmar que las FARC estaban prácticamente exterminadas y derrotadas política y militarmente y de que el Ejército no había tenido bajas es quizás el mayor engaño que cualquier presidente le haya hecho a la opinión pública en Colombia.
La amenaza de Uribe de exterminar a las FARC fue aprovechada por éstas para consolidar su unidad y aumentar la solidaridad internacional por una situación presentada como de vida o muerte.
Es oportuno recordar que antes de Uribe hubo algo muy importante. Desde octubre del 1997 Clinton declaró a las FARC terroristas, en noviembre del 2001 durante la presidencia de Pastrana, Bush lo ratificó y en junio del 2002 lo hizo la Unión Europea. Como consecuencia de esto sucedieron dos cosas, se derrumbó el 70% del apoyo internacional y las FARC quedaron maniatadas para moverse alrededor del mundo. Ante este revés, las FARC se empeñaron en prepararse para lograr el status de beligerancia y con esa intención se esforzaron por ajustarse al Derecho Internacional Humanitario.
Este objetivo explica por qué durante la presidencia de Uribe las FARC hicieron énfasis en las liberaciones unilaterales de secuestrados y cómo en ese período disminuyeron los secuestros hasta el punto de que después de Uribe terminaron eliminando el secuestro dentro de sus operaciones de control de objetivos políticos. En ese mismo periodo disminuyeron las continuas operaciones de saboteo y hostigamiento y comenzaron a centrarse, prioritariamente, en los ataques a militares y policías, beligerancia. De esta manera el repliegue terminó en un excelente retiro para reflexionar sobre cómo lograban el status de beligerancia y cómo pondrían en práctica sus nuevas tácticas de resistencia.
Animados por la seguridad y relativa calma que les había proporcionado el repliegue y motivados por la posible obtención del reconocimiento de status de beligerancia, las FARC construyeron su Resistencia en dirección a la guerra prolongada. Esa Resistencia, aún con unas FARC disminuidas, fue exitosa y fue una victoria política contra la que no pudo ninguna victoria militar. Mientras cuajaba esta sólida estrategia de las FARC, Uribe continuaba con su politiquería de “triunfos” temporales sobre las FARC. Uribe miraba a corto plazo, las FARC a largo plazo.
Al tener que abandonar el gobierno, a Uribe le era imposible seguir con su despliegue escénico triunfalista sobre las FARC, y le quedaba ya imposible poder continuar con otro engaño del que muy poco se habla. Colombia había quedado bajo el control clandestino de los neoparamilitares ahora llamados
Bacrim en 60% de su territorio. Poder que quedó al descubierto con el paro armado de los urabeños en enero del 2011, cuando se descubrió que el control de ambas costas colombianas estaba en manos de los neoparamilitares, que en esas regiones del norte de Colombia los neoparamilitares manejaban a los políticos a su antojo, compraban a la policía, al ejército y a la justicia; que esa capacidad de terror y control de la población es difícil de superar porque bajo cuerda, los urabeños siempre fueron los aliados y protegidos de Uribe y su gobierno desde el 2007. Los urabeños son solo la tercera parte del poder nacional del neoparamilitarismo dejado por la Seguridad Democrática de Uribe. Las Águilas Negras todavía siguen siendo las que predominan dentro del legado neoparamilitar dejado por Uribe y las que hoy mantienen y prolongan su política de limpieza social.
Pero además, el paro armado de los neoparamilitares urabeños dejó al descubierto que Uribe no hizo nada por la infraestructura de Colombia en las zonas controladas por neoparamilitares y que los grandes éxitos que alega sobre la recuperación de soberanía e infraestructura son solo estadísticas amañadas para alimentar sus innumerables y repetitivos discursos electoreros.
Mientras Uribe quemaba el dinero de los colombianos en una guerra a medias contra la guerrilla pero no contra el crimen ni contra la violencia, el país quedó atrasado en infraestructura, educación y salud. El campo colombiano es un desastre humano del que las gentes de las ciudades no tienen la menor idea. Uribe ayudó a ese desastre humano, a la inequidad en la distribución del ingreso y al abandono del campesinado que vive atemorizado, desposeído y asesinado constantemente en medio de una guerra de la que solo se hablaba para los fines electorales de Uribe.
Los colombianos comenzaban a ver que la extradición de los jefes paramilitares no hacía ninguna diferencia en el poder del crimen sin saber que convenientemente todos los computadores de los jefes paramilitares “desaparecieron” en la cárcel antes de su extradición para proteger a Uribe y sin saber que Uribe no había podido con la Resistencia de las FARC. A muchos colombianos no les gustaba la idea de que Uribe hubiera dejado a Colombia prácticamente en las manos del crimen organizado clandestino. La seguridad de Colombia no se mide en acabar con las FARC, como Uribe convenientemente hizo creer, sino en acabar el crimen, la violencia y el terror viniera de donde viniera. En el fondo, la seguridad de los ocho años de Uribe había sido todo un engaño de proporciones nacionales e internacionales.
Cuando a Uribe le tocó dejar el gobierno, la opinión pública había quedado tan engañada que juraba que el flagelo de las FARC estaba por terminarse, que el Ejército había triunfado sin bajas y que Uribe era el estratega de la más grande derrota de las FARC.
Uribe nunca permitió que los verdaderos hechos salieran a la luz pública por miedo a que lo pudieran desprestigiar o descubrir su sangrienta política de limpieza social de los potenciales auxiliadores de las FARC, o el exterminio de la población civil. Pero con su acostumbrada habilidad de volver las cosas al revés para quedar bien, arguyó que las guerrillas huían de los avances del ejército para refugiarse en la selva y las montañas. Este, como la mayoría de sus cuentos, caló hondo en la opinión pública. En efecto, donde había guerrilla ya no se veía ni un solo guerrillero. El repliegue de las FARC había sido un éxito del que se apropió Uribe politiqueramente.
Durante su nueva clandestinidad, las FARC afrontaron la segunda estrategia de Uribe que era la del exterminio del Secretariado y de los altos mandos de sus Frentes. Esa prioridad la justificaba Uribe creyendo ingenuamente que si se demostraba que el Secretariado era vulnerable y que los líderes de las FARC podían ser eliminados, las FARC se debilitarían y la victoria militar o exterminio de las FARC era seguro.
Pero las FARC nunca han abandonado su objetivo de lograr el debilitamiento económico del estado, su principal enemigo, sin importar quien las dirija. Y lo han logrado usando la guerra misma. Si a un guerrillero lo atacan de un flechazo vale un peso, pero si hay que usar helicópteros Hawk, aviones Supertucanos, bombas de miles de dólares, sostener medio millón de personas con salarios, beneficios, seguros, armamento, ropa, vivienda etc. es algo muy distinto: cada guerrillero vale un millón de dólares.
Uribe fue presa fácil de las FARC y los costos de atacar cada guerrillero se multiplicaban, llegándose a cifras record en gastos militares y con impuestos de seguridad a los colombianos. Cuanto más dinero se conseguía más se gastaba y siempre era insuficiente. Uribe dejó una deuda interna y externa exagerada con el fin de aumentar hasta dónde fuera posible el presupuesto militar. La ciega política de Uribe convertía a los combatientes de las FARC en los más costosos en relación al PIB y a la economía colombiana en general.
El escalamiento de la guerra para Uribe se convirtió en una especie de militarismo politizado de los años sesentas y de una carrera armamentista, mientras que para las FARC el escalamiento de la guerra implicaba perfeccionar sus cualidades de resistencia y usar el armamento más efectivo y barato que pudieran encontrar. Actualizar armamento es lo último en la lista de las FARC. La economía de las FARC consiste en mantener un bajo pero constante superávit y sus gastos se reducen a minas caseras y demás armamento rudimentario, armas robadas, alimentación en lo posible gratuita con animales de caza y frutas de la selva, etc.
El primer objetivo fue alias Raúl Reyes considerado comandante número dos de las FARC y encargado de las Relaciones Públicas alrededor del mundo.
Se escogió a Reyes porque su ubicación era fácil de determinar por medio de los contactos y por sus frecuentes apariciones en público. Reyes no era un combatiente activo de las FARC y sus armas eran solo un símbolo útil de su posición guerrillera para su actividad diplomática en el mundo.
El Mossad, la inteligencia militar estadounidense y los servicios de inteligencia de otros países como Inglaterra y Francia seguían internacionalmente a Reyes y con esta información se logró ubicar su campamento en la frontera ecuatoriana con Colombia. Uribe, estimulado por el consejo de sionistas que le mostraban cómo las acciones israelíes no tenían ninguna consecuencia militar ni económica por sus ataques a combatientes palestinos en territorio palestino, le ordenó al entonces Ministro de Defensa Juan Manuel Santos que siguiera estrictamente a la inteligencia militar extranjera y su propia estrategia de eliminar al Secretariado y para estar completamente seguros de poder asesinar a Raúl Reyes estando dormido. Las órdenes de Uribe se cumplieron al pie de la letra.
Ante el reclamo del presidente Rafael Correa de Ecuador, Uribe confesó no haberle informado a tiempo porque temía que alertara a Raúl Reyes. Al hacerlo, Uribe dejó al descubierto su miopía y su ignorancia de las consecuencias militares, económicas y políticas que traía una acción que agredía lo más sagrado de los países latinoamericanos: la defensa de su soberanía que fue la causa de todas las independencias de la monarquía española. (Uribe es una persona de un nivel bajo de preparación, pasó sus cursos universitarios con grados regulares, no le gusta leer y se limita a informarse solo de quienes inspiran sus ideas unilaterales. Haberse escapado de 5º Y 6º de bachillerato le dejó un vacío a su formación académica.) Después de consumada la violación de la soberanía del Ecuador, el presidente Correa no podía quedarse quieto y, en consecuencia rompió relaciones diplomáticas y económicas con Colombia y puso a su ejército en pie de guerra en la frontera con Colombia
Para disimular la derrota militar, política y diplomática en la que hundió a Colombia con la censura de todos los organismos internacionales, Uribe se jactó de haber capturado los famosos computadores de Reyes, que obviamente tenían todos los contactos internacionales de las FARC. Por intereses electorales, Uribe cometió el error de hacer público la mayor parte del contenido de los computadores facilitando que muchos de los contactos de las FARC cambiaran de inmediato todo lo necesario para quedar encubiertos y que el reemplazo de Reyes pudiera establecer un nivel más avanzado de clandestinidad a tono con el recién logrado por la logística y los combatientes de las FARC en su estrategia de repliegue. Desde ese momento toda la información de los computadores se volvió historia antigua y la inteligencia internacional perdió contacto con los nuevos movimientos diplomáticos de las FARC.
Uribe ocultó convenientemente esta realidad a la opinión pública y dentro de sus campañas electorales todavía quiere hacer creer (y en parte lo logra) que las FARC y los contactos de las FARC se quedaron inmóviles, que no hicieron absolutamente nada y que la situación internacional de las FARC, ahora desconocida, no ha sufrido ningún cambio y es exactamente igual a la que muestran los computadores de Reyes. Semejante posición tan ciega y acomodaticia de Uribe solo ha logrado que los computadores de Reyes se hayan vuelto unos convidados de piedra en acciones legales y completamente inútiles en el ámbito internacional.
Se puede demostrar que lo que dicen los computadores de Reyes es cierto, lo cual los convierte en valiosas piezas de la historia de Colombia y del conflicto armado con las FARC y en el testimonio embarazoso de que la inteligencia colombiana no sabía nada de la extensión de la actividad internacional de las FARC como tampoco ha demostrado que lo sabe ahora. Pero darle validez legal a los computadores de Reyes es también confirmar la actividad beligerante de las FARC porque nada mejor que los computadores de Reyes para demostrar que las FARC tienen concentrados sus intereses políticos y sus combates en Colombia y que por ello son auténticamente una organización beligerante.
El primer golpe al Secretariado de las FARC queda impreso en la historia como una violación de la soberanía de un país vecino, el bombardeo y asesinato a mansalva de unos milicianos y civiles mientras dormían, la pérdida de relaciones diplomáticas y económicas con Ecuador, la apertura de una confrontación militar con otro país y la consecución de pruebas que demuestran que las FARC son una organización beligerante con contactos internacionales serios, de alto nivel y de una extensión jamás imaginada por la inteligencia militar colombiana.
En nuestra Próxima entrega:
Estrategia militar de Santos
I Continuación de la Seguridad Democrática

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