Editorial El
Mundo.com: El Riesgo de Privatizar Isagén
Cuando conoció, a
través de medios de comunicación y no de notificación jurídica, que el
superintendente de Industria y Comercio ad-hoc había ratificado los
condicionamientos a la Empresa de Energía de Bogotá para participar en la
compra de Isagén, su presidente, la doctora Sandra Stella Fonseca, acusó al
Gobierno Nacional de actuar contra las empresas públicas para favorecer a los
proponentes extranjeros, la estadounidense Duke Energy, la estatal China
Haudian Corporation, la francesa Generco, y la española Gas Natural, socia de
Unión Fenosa en la cuestionada Electricaribe, y operadora de proyectos de gas.
Dado que no hay un
pronunciamiento oficial en torno a la propuesta del consorcio de EPM y la
brasilera Cemig, queda la esperanza de que puedan participar por las acciones
del Gobierno y luego realizar la OPA que los haría dueños de Isagén. Sin
embargo, y teniendo en cuenta la denuncia de la doctora Fonseca, es necesario
dotar a EPM de capacidad de vender, en caso de no poder comprar, para proteger
su inversión y no quedar sometida a la condición de socio minoritario con un
privado como mayoritario.
Colombia es una
potencia en generación eléctrica. Los tradicionales recursos, agua, gas,
carbón, han sido utilizados para forjar un sector fuerte, y las empresas han
comenzado a explorar nuevas fuentes, demostrando el potencial del sector para
atender las necesidades del país y convertirse en uno de los ejes del sistema
interconectado del continente. Ese desarrollo ha sido posible por las riquezas
naturales pero también por el equilibrio entre los inversionistas, creado por
la Ley 143 de 1994. En efecto, las empresas generadoras públicas o mixtas con
mayoría pública, como EPM, Emcali o Isagén; las privadas nacionales, como
Celsia, y las extranjeras, como Emgesa o Gas Natural, han logrado mantener
niveles crecientes de generación, en sistema de pesos y contrapesos que se
extraña en la distribución en la Costa Atlántica, principalmente, aquejada por
el abuso del monopolio distribuidor en manos de Electricaribe.
Si las proyecciones
del Gobierno Nacional se cumplen e Isagén es vendida a un inversionista
privado, el país asistiría a una transformación profunda, e inquietante, del
sistema. El primer y más notorio cambio se vería en el sometimiento del sistema
a los criterios de rentabilidad y eficacia, legítimos para el sector privado,
pero dudosos para un servicio público, en el que es preciso tender puentes
entre la eficiencia y el bien común. Aunque algunos voceros insisten en que los
órganos reguladores, en especial superintendencias y comisiones especializadas,
tienen capacidad para controlar a los actores del mercado, o que el Estado
invertiría donde fuese necesario compensar la ausencia del sector privado, la
realidad contraría los auspiciosos anuncios.
En el contexto actual
y cuando han transcurrido veinte años de aprobación de las leyes que
transformaron el sector eléctrico y ante el afán de venta de Isagén, conviene
revisar cómo se han comportado algunos de los agentes del sector.
Las empresas Emgesa,
primero española ahora italiana, y AES Chivor, estadounidense, ingresaron al
mercado colombiano en 1997. La primera como socia de la Empresa de Energía
Eléctrica de Bogotá, propietaria de El Guavio, Betania, Paraíso y otras
hidroeléctricas menores. Con la compra de Termocartagena obtuvo dos de las
principales generadoras térmicas. Solo en 2010, inició obras en su primer
proyecto de generación en el país, la central hidroeléctrica de El Quimbo, en
el departamento del Tolima. No se ha comportado distinto la empresa AES Chivor,
propietaria desde 1996 de la hidroeléctrica de Chivor, que le fue vendida por
ISA, y que apenas avanza en la construcción de su primer proyecto. Qué
contraste el que muestran las inversiones de estas compañías con las realizadas
desde 1997 por EPM o Isagén. En los últimos trece años, EPM ha desarrollado la
Térmica La Sierra, el parque eólico Jepirachí, y las centrales Porce II y Porce
III además de cinco de mediana generación, y es socia del Idea en la
construcción de Hidroituango. Isagén ha construido a Termocentro, y las
hidroeléctricas La Miel I, Amoyá e Hidrosogamoso, que avanza en su etapa final.
En tiempos regulares,
son normales las diferencias entre generadores. Ante el riesgo del fenómeno de
El Niño, las inversiones hechas, o dejadas de hacer, definirán la cantidad y el
precio de energía disponible. Entonces, serán evidentes las disparidades entre
empresas obligadas a entregar ganancias económicas y las que tienen lo social
como prioridad. EPM ya anunció que de cumplirse el augurio climático, no
modificará sus tarifas, noticia que demuestra las bondades del equilibrio
empresarial, hoy en riesgo. Editorial: El Mundo.com - 29 – 05 - 2014
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