Iván Velásquez: “Yo
aspiro a que
María del Pilar
Hurtado se libere de
sus fantasmas y de
sus titiriteros”
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Dice
el exmagistrado Iván Velásquez: “Yo aspiro a que María del Pilar Hurtado se
libere de sus fantasmas y de sus titiriteros”, Iván Velásquez dice que la
justicia no ha tenido un verdadero interés por investigar el caso del espionaje
del DAS
El
exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia Iván Velásquez Gómez, uno
de los hombres más perseguidos por el DAS durante el segundo gobierno de Álvaro
Uribe, es una persona de pocas palabras. Distante. Reposado. Desconfiado. Cómo
no, si su vida fue hurgada a tal extremo por esa agencia de inteligencia como
si fuera la reencarnación misma de Pablo Escobar. Cómo no, si le metieron
micrófonos a su oficina, lo espiaron en sus momentos más íntimos y chuzaron los
teléfonos de su esposa y de sus hijos. Cómo no, si sus escoltas fueron
convencidos por la detective Alba Luz Flórez, más conocida como la Mata Hari,
de que debían ser más leales con “el presidente” que con su protegido y por eso
entregaron toda la información sobre el investigador estelar de la
parapolítica.
Cómo
no, en fin, volverse desconfiado cuando el DAS le armó varios complots para
desprestigiarlo, hoy ya confesados por sus propios protagonistas. Desde hace
casi dos años, cuando asumió la dirección de la Comisión Internacional contra
la Impunidad en Guatemala, no hablaba con un medio de comunicación. Esta vez se
animó a hacerlo por la detención de la exdirectora María del Pilar Hurtado.
Sabe que en el ajedrez de la investigación sobre el espionaje del DAS, las
verdades que le pueda entregar al país Hurtado serán definitivas. Así dialogó Velásquez
con El Espectador.
¿Tras
el regreso de María del Pilar Hurtado conocerá el país la verdad de las
chuzadas?
La
exdirectora del DAS tiene una historia muy importante que contarle al país. Más
que hablar de las chuzadas, un tema que así planteado resultaría casi
anecdótico, se trata de reconstruir un oscuro período de nuestra historia en el
que decenas de colombianos fuimos víctimas de la más tenaz y descarada
persecución desatada por la policía política al servicio del gobierno de Álvaro
Uribe. Indudablemente la señora Hurtado tiene verdades cuya revelación
permitiría desnudar un régimen corrupto que pretendió perpetuarse a toda costa
y contribuiría a que episodios tan dramáticos como este no vuelvan a ocurrir en
Colombia.
En
su caso, ¿cómo puede describir el asedio al que fueron sometidos usted y su
familia por parte del DAS?
No
quisiera entrar en temas personales. Las víctimas no estamos para vivir con
nuestras heridas expuestas, ni para comparar el tamaño de nuestras laceraciones
o la intensidad de nuestros sufrimientos. La dimensión de la organización
criminal que nos persiguió, las canalladas cometidas, las artimañas utilizadas,
los propósitos de atentar aun contra la vida de muchos perseguidos, no debería
ser nuestra historia personal, sino la historia que contara la Fiscalía
General, producto de investigaciones serias y profundas que dieran cuenta de
los actores criminales, sus métodos y procedimientos, sus planes y sus
ejecuciones.
¿Le
faltó a la justicia indagar mucho más en este expediente?
La
Fiscalía se ha contentado con negociar unas cuantas penas y otorgar unos
cuantos principios de oportunidad, pero la verdad no ha sido de su interés.
Para la Fiscalía, y desafortunadamente para algunas víctimas, fue suficiente
que dos excapitanes de la Armada (entonces directores de inteligencia y
contrainteligencia del DAS) pidieran perdón leyendo un libreto que les
escribieron otros y expresaran un arrepentimiento que solo podrían haber
demostrado contando toda la verdad.
¿La
verdad sigue embolatada?
Para
mí y para mi familia, era más importante la verdad que una condena. Queríamos
saber cómo corrompieron a personas que estimábamos, funcionarios de la Corte o
de la Policía Nacional con quienes compartíamos casi a diario. Quiénes fueron
los responsables de ordenar que nos escucharan, nos siguieran, nos vigilaran,
cuáles fueron las acciones que ejecutaron contra nosotros, qué planes
diseñaron, cómo estaba compuesta la estructura criminal desde la cúpula hasta
los ejecutores materiales.
¿Y
no se ha avanzado en eso? Hay varias condenas, confesiones y varios juicios en
curso...
Pero
todo se ha quedado en generalidades, casi que en lugares comunes que terminan
por convertirse en afirmaciones vacuas. Tal vez por eso inclusive se le llama
“el proceso de las chuzadas”, lo que encubre que se trató de todo un proyecto
criminal que pretendió silenciar a los disidentes, a quienes no se acomodaron
al unanimismo disfrazado tras el discurso del “Estado de opinión” y la
mentirosa cohesión social y, por supuesto, a quienes desde la judicatura nos
correspondió la responsabilidad histórica de revelar a través de
investigaciones judiciales de qué color era el traje del emperador.
¿Por
qué era tan importante para el DAS desprestigiar su trabajo y el de la Corte
Suprema de Justicia?
Era
importante —no para el DAS, que fue un simple ejecutor, sino para el proyecto
que vio peligrar su éxito— desprestigiar el trabajo que se venía adelantando.
Así como una vez una Corte Suprema, cuyo presidente se atrevió a cuestionar la
doctrina de la Seguridad Nacional, fue literalmente destrozada a sangre y
fuego, la pretensión de fulminar moralmente otra Corte Suprema casi 22 años
después tenía el propósito de deslegitimar los graves hallazgos que se venían
haciendo.
¿Se
refiere al escándalo de la parapolítica?
Sí.
Hallazgos que confirmaban que, efectivamente, más de una tercera parte del
Congreso de la República elegido en 2002 —como aseguraron Vicente Castaño y
Salvatore Mancuso— estaba integrado por congresistas “amigos” de los
paramilitares. Y como la mayoría de tales congresistas, con muy contadas
excepciones, hacían parte de la coalición del Gobierno, este se sintió afectado
y empezó a agredir a sus jueces. Impulsando lo que ahora les ha dado por llamar
un “cartel de testigos”, orquestaron con un sector de los jefes paramilitares,
liderado por alias Don Berna, una campaña en mi contra.
¿Específicamente
en su caso qué cosas le hicieron?
Esa
campaña incluía montajes como el de alias Tasmania, el del suboficial Edwin Guzmán
o el del expersonero Leonel Uribe; el intento de parapolíticos para
desprestigiarme, agenciado por el abogado Ramón Ballesteros y denunciado por el
jefe paramilitar David Hernández; interceptaciones, seguimientos,
infiltraciones, planes de mayor calado como el que después se conocería como el
de “la casa de Nari”, que incluía, gracias a los servicios de alias Job, por
ejemplo, intentos de que los paramilitares me vincularan con su propia
organización. Así lo reveló el extraditado comandante de las autodefensas alias
H.H., porque “los del gobierno” habían decidido que yo debía ser privado de
libertad, si no muerto como también alguna vez lo manifestó Don Berna.
Están
claros los montajes pero, le reitero, ¿por qué todos a usted?
Porque
destruyendo la credibilidad que tenía el coordinador de la investigación de la
parapolítica, construyendo un complot para que la investigación se viera no
como un acto de búsqueda de la verdad con fines de justicia sino como una
persecución desatada contra el gobierno, todos los procesos se desmoronarían.
¿Contará
María del Pilar Hurtado las verdades sobre estos montajes?
Ante
la indolencia, la incapacidad o el desinterés de la Fiscalía, ahora las
víctimas dependemos de la verdad de los victimarios. Yo aspiro a que la señora
Hurtado, de quien sin duda se aprovecharon para inducirla a coordinar la parte
que le correspondía a la policía política del gobierno, busque liberarse de sus
fantasmas y de sus titiriteros y cuente todo lo que sabe. La verdad libera. Por
ella, entonces, y por nosotros, yo aspiro a que ella se libere.
¿Por
qué la Fiscalía no indagó más sobre los responsables del complot de ‘Tasmania’?
Usted ha mencionado que detrás de ese episodio estuvieron el exsenador Mario
Uribe y Santiago Uribe Vélez.
Hay
una historia que aún no ha sido escrita y que tendrían que contarla, por lo
menos en primera instancia, los exfiscales Mario Iguarán y Guillermo Mendoza,
la exdirectora del CTI Marilú Méndez y su amigo Carlos Arzayús, ex subdirector
de Operaciones del DAS y para entonces funcionario del CTI. Fue él, junto con
otra persona cercana a Méndez, Fernando Márquez, los que dizque “allanaron” el
DAS cuando ya la situación se había hecho insostenible gracias a las denuncias
e investigaciones que publicaba la revista Semana.
¿A
qué se refiere?
Los
dos primeros, Iguarán y Mendoza, sabrán también por qué la investigación de una
distracción que la organización criminal pretendió introducir en las
averiguaciones que se hacían contra el DAS —las interceptaciones telefónicas
que me hicieron miembros del CTI y del Gaula utilizando una sala de escuchas
instalada en una base militar—, se quedó apenas en los ejecutores materiales.
Ni el fiscal ni los investigadores del CTI quisieron recorrer el camino que los
llevaba a la Casa de Nariño. Tampoco los fiscales que tuvieron a cargo la
investigación del caso Tasmania, tan diligentes para investigar cuando yo era
uno de los indiciados, quisieron ni permitieron ahondar cuando el complot en mi
contra quedó al descubierto. Si hasta la resolución inhibitoria dictada en mi
favor fue escrita pidiéndole excusas al expresidente Uribe. Y allí se omitió
intencionalmente mencionar a su hermano Santiago y a su primo Mario Uribe como
artífices de esta patraña, pese a que fueron repetidamente señalados por Ernesto
Báez y por Tasmania.
¿Cree
usted que el expresidente Uribe ordenó espiarlo?
Basta
reconstruir los contextos y recordar los personajes que intervinieron en esos
años de persecución que desató el DAS contra organizaciones de derechos
humanos, políticos de oposición, periodistas independientes y funcionarios de
las cortes, para empezar a sacar conclusiones. Que en 2005 el ilegal control se
ejerciera contra magistrados de la Corte Constitucional, justo cuando estaba en
discusión la constitucionalidad del acto legislativo que aprobaba la
reelección, o que en 2007 fuera la Corte Suprema el objeto de la vigilancia
cuando adelantaba las investigaciones de la parapolítica, algún sentido debe
tener. Debería suscitar alguna reflexión que en este último período hayan
surgido como actores importantes de las ilegalidades cometidas por el DAS
funcionarios como el secretario de prensa de la Presidencia, César Mauricio
Velásquez; el asesor presidencial José Obdulio Gaviria, el secretario jurídico
de la Presidencia, Edmundo del Castillo; la directora del DAS, María del Pilar
Hurtado; Santiago Uribe, el hermano del presidente, y Mario Uribe, su primo. -
Por: Juan David Laverde Palma – El Espectador.com – 02 - 12 – 2015 - En
Twitter: @jdlaverde9jlaverde@elespectador.com - @jdlaverde9
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