3/07/2013

Antonio Gramsci –Análisis de las Situaciones - Relaciones de Fuerzas – Segunda Parte


 .......Estos criterios metodológicos pueden cobrar visible y didácticamente toda su significación, cuando se aplican al examen de hechos históricos concretos. Podría hacerse útilmente el examen de acontecimientos ocurridos en Francia entre 1789 y 1870. Me parece que, para mayor claridad de la exposición, es necesario abarcar todo ese período. Pues, efectivamente, sólo en 1870-1871, con el intento de la Comuna, se agotan históricamente todos los gérmenes nacidos en 1789, o sea, no sólo que la nueva clase que lucha por el poder derrota a los representantes de la vieja sociedad que no quiere confesarse decididamente superada, sino que además derrota a los grupos novísimos que consideran ya superada la nueva estructura nacida de la transformación iniciada en 1789, y así prueba que es vital frente a lo viejo y frente a lo novísimo. Además, en 1870-1871 pierde eficacia el conjunto de principios de estrategia y táctica política nacidos prácticamente en 1789 y desarrollados ideológicamente en torno al 1848 (los que se resumen en la fórmula de la “revolución permanente”; sería interesante estudiar qué parte de esa fórmula pasó a la estrategia de Mazzini –por ejemplo, por lo que hace a la insurrección de Milán de 1853-, y si ello ocurrió conscientemente o no). Un elemento que muestra el acierto de este punto de vista es el hecho de que los historiadores no están nada concordes ( y es imposible que lo estén), al fijar los límites del grupo de acontecimientos que constituye la revolución francesa. Para algunos (Salvemini, por ejemplo), la revolución se consuma en Valmy: Francia ha creado el nuevo estado y ha sabido organizar la fuerza político militar que afirma y defiende la soberanía territoral del mismo. Para otros, la revolución continúa hasta Termidor, y hasta hablan de varias revoluciones (el 10 de agosto sería una revolución independiente, etc.) (cf. La Révolution francaise, de A. Mathiez, en la colección de A. Colin). El modo de interpretar Terminador y la obra de Napoleón ofrece las contradicciones más ásperas: ¿se trata de revolución o de contrarrevolución? Para otros, la historia de la revolución continúa hasta 1830, 1848, 1870, e incluso hasta la guerra mundial de 1914. Hay una parte de verdad en cada uno de esos modos de ver las cosas. Realmente las contradicciones internas de las estructura social francesa que se desarrollan a partir de 1789 no encuentran una composición relativa hasta la tercera república, y entonces Francia tiene sesenta años de vida política más larga: 1789, 1794, 1799, 1804, 1815, 1830, 1848, 1870. Precisamente el estudio de esas “ondas” de diversa oscilación permite reconstruir las relaciones entre la estructura y las superestructura, por una parte, y por otra, entre el desarrollo del movimiento orgánico y el movimiento coyuntural de la estructura. Puede decirse, por de pronto, que la mediación dialéctica entre los dos principios metodológicos enunciados al comienzo de este apunte se puede descubrir en la fórmula política-histórica de la revolución permanente.
La cuestión que suele llamarse de las relaciones de fuerza, es un aspecto del mismo problema. A menudo se lee, en las narraciones históricas, la expresión genérica “relaciones de fuerza favorables, desfavorables, o tal o cual tendencia”. Así, abstractamente, esta formulación no explica nada, o casi nada, porque se limita a repetir el hecho que hay que explicar, presentándolo una vez como hecho y otra como ley abstracta y como explicación. El error teórico consiste, pues, en dar un canon de investigación y de interpretación como si él fuera la “causa histórica”.

En la “relación de fuerzas” hay que distinguir, por de pronto varios momentos o grados, que son fundamentalmente éstos:
1)     Una relación de fuerzas sociales estrechamente ligada a las estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres, y que puede medirse con los sistemas de las ciencias exactas o físicas. Sobre la base del desarrollo de las fuerzas materiales de producción se tienen las agrupaciones sociales, cada una de las cuales representa una función y ocupa una posición dada en la producción misma. Esta relación es, y nada más: es una realidad rebelde; nadie puede modificar el número de las empresas o de sus empleados, el número de las ciudades con la correspondiente población urbana, etc. Esta división estratégica fundamental permite estudiar sI en la sociedad existen las condiciones necesarias y suficientes para una transformación, es decir, permite controlar el grado de realismo y de operatividad de las diversas ideologías nacidas en su mismo terreno, en el terreno de las contradicciones que la división ha engendrado durante su desarrollo.
2)     Un momento ulterior es la relación de las fuerzas políticas, esto es: la estimación del grado de la homogeneidad, de autoconciencia y de organización alcanzado por los varios grupos sociales. Este momento puede analizarse a su vez distinguiendo en él varios grados que corresponden a los diversos momentos de la conciencia política colectiva, tal como se han manifestado hasta ahora en la historia. El primero y más elemental es el económico-corporativo: un comerciante siente que debe ser solidario con otro comerciante, un fabricante con otro fabricante, etc. pero el comerciante no se siente aun solidario con el fabricante; es decir, se siente la unidad homogénea y el deber de organizarla, la unidad del grupo profesional, pero todavía no la del grupo social más amplio. Un segundo momento es aquel en el cual se conquista la conciencia de la solidaridad de intereses de todos los miembros del grupo social, pero todavía en el terreno meramente económico. Ya en este momento se plantea la cuestión del estado, pero sólo en el sentido de aspirar a conseguir una igualdad jurídico política con los grupos dominantes, pues lo que se reivindica es el derecho a participar en la legislación y en la administración, y acaso el de modificarlas y reformarlas, pero en los marcos fundamentales existentes. Un tercer momento es aquel en el cual se llega a la conciencia de que los mismos intereses corporativos propios, en su desarrollo actual y futuro, superan el ambiente corporativo, de grupo meramente económico, y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, la cual indica el paso claro de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas; es la fase en la cual las ideologías antes germinadas se hacen “partido”, chocan entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o por lo menos una sola combinación de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, también la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha no ya en un plano corporativo, sino en un plano “universal”, y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El estado se concibe, sin duda, como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables a la máxima expansión de ese grupo; pero ese desarrollo y esa expansión se conciben y se presentan como la fuerza motora de una expansión universal, de un desarrollo de todas las energías “nacionales”, es decir, el grupo dominante se coordina concretamente con los intereses generales de los grupos subordinados, y la vida estatal se concibe como un continuo formarse y superarse de equilibrios inestables (dentro del ámbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en los cuales los intereses del grupo dominante prevalecen, pero hasta cierto punto, no hasta el nudo interés económico-corporativo. En la historia real esos momentos se implican recíprocamente, horizontal y verticalmente, por así decirlo, o sea, según las actividades económico-sociales (horizontales) y según los territorios (verticales), combinándose y escindiéndose por modos varios; cada una de esas combinaciones puede representarse en una propia expresión organizada económica y política. Pero aún hay que tener en cuenta que con esas relaciones internas de un estado-nación se entrelazan las relaciones internacionales, creando nuevas combinaciones originales e históricamente concretas. Una ideología nacida en un país desarrollado se difunde en países menos desarrollados, gravitando en el juego local de combinaciones. (La religión, por ejemplo, ha sido siempre una fuente de esas combinaciones ideológicopolíticas nacionales e internacionales y, con la religión, también las demás formaciones internacionales, la masonería, el Rotary Club, los hebreos, la diplomacia de carrera, que sugieren expedientes políticos de orígenes históricos diversos y los llevan al triunfo en determinados países, funcionando como partido político internacional que actúa en cada nación con todas sus fuerzas internacionales concentradas; una religión, masonería, el Rotary, los hebreos, etc. pueden incluirse en la categoría “intelectuales”, cuya función consiste, a escala internacional, en mediar entre los extremos, “socializar” los hallazgos técnicos que permiten funcionar a las actividades de dirección, arbitrar compromisos y vías de salida entre las soluciones extremas.) Esta relación entre fuerzas internacionales y fuerzas nacionales se complica todavía más por la existencia, dentro de cada estado, de numerosas secciones territoriales de varia estructura y diversas relaciones de fuerza de todos los grados (así, por ejemplo, la Vendée estaba aliada con las fuerzas internacionales reaccionarias y las representaba en el seno de la unidad territorial francesa, y Lyon representaba, en la revolución, un particular nudo de correlaciones, etc.)
3)     El tercer momento es el de la relación de las fuerzas militares que es el inmediatamente decisivo en cada caso. (El desarrollo histórico oscila constantemente entre el primer y el tercer momento, con la mediación del segundo). Pero tampoco éste es indistinto ni identificable inmediatamente de una forma esquemática, sino que también en él se pueden distinguir dos grados: el militar en sentido estricto, o técnico militar, y el grado que puede llamarse políticomilitar.

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