En un hecho inédito en la historia de los 'falsos
positivos' comenzó el juicio contra cinco coroneles, toda la cúpula de un mismo
batallón, señalados de más de 70 muertes en un solo año.
Los
coroneles Édgar Ávila y José Zanguña son dos de los cinco a quienes la Fiscalía
acusó por falsos positivos cuando estuvieron en el Batallón Pedro Nel Ospina.
Tras salir de esa unidad, el primero se desempeñó como director de la Justicia
Penal Militar y decano de derecho de la Universidad Militar. Los coroneles Édgar Ávila y José Zanguña son
dos de los cinco a quienes la Fiscalía acusó por falsos positivos cuando
estuvieron en el Batallón Pedro Nel Ospina. Tras salir de esa unidad, el
primero se desempeñó como director de la Justicia Penal Militar y decano de
derecho de la Universidad Militar.
“Lo
remataron delante de la juez militar que dijo ‘yo no he visto nada’”
“La
orden era que teníamos que desaparecer a ese pelao”
“Lo
bañaron, le dieron comida y luego lo mataron”
Según
la Fiscalía en un año,-entre 2006 y 2007- el Batallón Pedro Nel Ospina
consiguió 72 “bajas en combate”. Esa cifra le permitió a esa unidad quedar en
el primer lugar en “resultados” a nivel nacional a pesar de ser un batallón de
ingenieros.
Desde
hace pocas semanas viene desarrollándose un hecho de gran trascendencia que
tiene que ver con uno de los periodos más lúgubres en la historia reciente de
Colombia: los llamados falsos positivos. En silencio, y lejos de la atención de
los medios, se están desarrollando en Medellín y Bogotá las audiencias de un juicio
que por sus características resulta inédito.
Por
primera vez, desde hace ocho años cuando estalló el escándalo de ejecuciones
extrajudiciales por parte de integrantes del Ejército, toda la cúpula de un
mismo batallón, es decir, la totalidad de los oficiales de mayor rango de una
misma unidad militar fueron acusados por la Fiscalía y están en juicio por la
muerte de decenas de personas indefensas. No se trata de un asunto menor.
Durante
los últimos años los colombianos han conocido los casos y la forma macabra como
en diferentes lugares del país algunos militares asesinaron a sangre fría a
personas inocentes, que eran presentadas como bajas en combate y grandes éxitos
operacionales. Por esos hechos hay cerca de 3.000 uniformados detenidos, de los
cuales 815 ya han sido condenados. La mayoría de estos últimos son suboficiales
y soldados. De esa cifra tan solo hay cinco oficiales con el rango de coronel
condenados por esas ejecuciones. De allí la importancia de lo que está
ocurriendo. En un
solo
proceso la Fiscalía demostró e imputó la responsabilidad de otros cinco
coroneles, lo que implica que en una sola investigación logró duplicar el
número de oficiales de ese alto rango vinculados con falsos positivos.
El
caso tiene que ver con el Batallón Pedro Nel Ospina de la IV Brigada con sede
en Medellín, que opera en la comuna 13 y el oriente antioqueño. Los uniformados
que están en juicio desde hace dos meses son los coroneles Édgar Ávila, quien
era el comandante de esa unidad; José Zanguña Duarte, segundo comandante del
batallón; Diego Padilla, jefe de operaciones; Raúl Huertas y Carlos Cadena,
también de operaciones. Todos fueron detenidos entre marzo y abril de este año
cuando comenzaron las audiencias contra ellos, la última de las cuales ocurrió
el pasado 8 de mayo. Varias de esas diligencias han resultado polémicas pues
con diferentes argumentos algunos jueces no permitieron a familiares de las
víctimas presenciarlas. En otras, los abogados de varios de los implicados o
ellos mismos no se han presentado con artimañas para dilatar el juicio. Lo que
ha hecho diferente este caso, de los otros que la Fiscalía adelantó por
ejecuciones extrajudiciales, es que quienes ahora están en juicio no están
siendo procesados por hechos aislados sino por una cadena completa de
asesinatos que abarcan 72 homicidios en un periodo de tan solo un año –2006 a
2007–, época en la que el comandante del Ejército era el general Mario Montoya.
La
investigación impulsada por el jefe de la Unidad de Derechos Humanos de la
Fiscalía, Misael Rodríguez, fue adelantada durante varios años de forma
minuciosa por el valiente fiscal 57 de Medellín, Luis Fernando Zapata. Él logró
encadenar y demostrar, con testimonios y pruebas contundentes, que asesinatos
que parecían aislados en diferentes regiones de Antioquia realmente seguían un
maquiavélico modus operandi del Batallón Pedro Nel Ospina. Sus pesquisas le
permitieron imputar y llevar a condenas, desde las estructuras de menor rango
que participaron en las ejecuciones hasta llegar a los máximos responsables de
eesa unidad militar.
Como
ya ha ocurrido en otros casos de uniformados involucrados en ejecuciones
extrajudiciales, el oficial de mayor rango que hoy está en juicio, el coronel
Ávila, comandante del batallón para la fecha de los hechos, tiene una hoja de
vida llena de logros militares que en su momento lo convirtieron en uno de los
oficiales más condecorados, admirados y consentidos por los altos mandos de la
época.
La
Razón Era Bastante Simple.
Entre
2006 y 2007 el coronel Ávila logró que su batallón quedara en el primer lugar
de ‘bajas’ entre todas las unidades del Ejército a nivel nacional. Era la época
en la que al interior de esa institución se incentivó y premió a quien mayor
número de muertos presentara. En ese momento a pocos les importó y no
cuestionaron cómo un batallón de ingenieros, que no era unidad de choque,
combate o de fuerzas especiales, terminara como el más eficiente y con el mayor
número de ‘muertos en combate’.
Gracias
a sus ‘logros’ se disparó la carrera militar del coronel Ávila, la de los otros
coroneles con rango de mayores para la fecha de los hechos, y otros subalternos
del batallón. Ávila no solo logró medallas, reconocimientos y viajes, sino que
alcanzó a ocupar importantes cargos. En mayo de 2009, el ministro de Defensa lo
nombró director de la Justicia Penal Militar (JPM). Para ese momento, el
escándalo de los llamados falsos positivos estaba en uno de sus puntos más
álgidos y a pesar de que muchos de los familiares de las víctimas ya señalaban
y denunciaban a Ávila y otros oficiales del Batallón Pedro Nel Ospina, el
gobierno salió en defensa del oficial por medio de comunicados de prensa ante
las voces de protesta que no entendían cómo un hombre señalado de ejecuciones
extrajudiciales podía estar al frente de la JPM.
La
carrera de Ávila y sus antiguos compañeros de la época del Batallón Pedro Nel
Ospina siguió sin mayores tropiezos durante años. Tras salir de la JPM fue
comandante de la VIII Brigada en el Eje Cafetero entre 2010 y 2011. De allí fue
designado agregado militar en la Embajada de Colombia ante el gobierno del
Reino Unido e Irlanda del Norte con sede en Londres. A su regreso pasó al
retiro, según informó el Ejército a SEMANA. Hasta hace pocos meses fue decano
de derecho de la Universidad Militar Nueva Granada.
Con
lo que no contaban él ni los otros oficiales que estuvieron bajo su mando en el
polémico batallón de Medellín es que algún día la justicia los tocaría, como
acaba de ocurrir. Por lo que sucedió en el Pedro Nel Ospina, la Fiscalía
arrestó a más de 20 militares, varios de los cuales ya confesaron los
homicidios y empezaron a contar lo que en realidad pasó. Esas colaboraciones y
confesiones, que hoy tienen al excoronel y exdecano tras las rejas junto a
otros cuatro coroneles, sencillamente son escabrosas. En varias de las
audiencias públicas que recientemente se desarrollaron contra Ávila y los otros
coroneles, la Fiscalía mostró testimonios y confesiones de los propios autores
materiales sobre la forma como asesinaron a casi un centenar de personas. Los
casos son aberrantes.
Uno
de estos es la de un campesino detenido por un teniente y un soldado del
batallón, a quien transportaban en una camioneta. Cuando se dirigían al lugar
en donde sería asesinado, el joven logró saltar del vehículo y cayó por un
barranco. Durante toda la noche el teniente llamó a otro grupo de soldados y lo
buscaron por la maleza. Un conductor de bus que pasaba por el lugar les dijo a
los uniformados que unos kilómetros atrás un joven malherido le había pedido
ayuda y le contó que lo iban a asesinar. Los uniformados rápidamente fueron al
lugar señalado y ‘recapturaron’ al joven. Lo llevaron hasta la base militar en
el sector de Alto de Minas. Allí le dieron comida, lo bañaron, le cambiaron la
ropa y lo tuvieron amarrado a un árbol todo el día. Al caer la noche lo
montaron de nuevo a la camioneta y lo llevaron a una carretera en donde le
dispararon.
Otro
hecho que causó gran impacto durante la audiencia fue el del asesinato de
cuatro hombres que con engaños fueron llevados hasta el batallón. Allí los
militares los transportaron en un carro hasta una vereda. Les dijeron que
corrieran y a los pocos metros les dispararon. Uno de ellos cayó por un
barranco. Los uniformados los dieron por muertos a todos. Horas más tarde llegó
al lugar una comisión del batallón entre las que iba una juez militar para
verificar las bajas producto de ‘un enfrentamiento con guerrilla’. Ante la
sorpresa de todos, el hombre que había caído por el barranco comenzó a gritar
que estaba vivo y a pedir ayuda. Sin problema los uniformados que le habían
disparado se acercaron al borde del barranco y lo remataron. “Yo no vi nada”,
dijo la juez militar.
Como
estos dos hay otros 70 casos que han sido expuestos en las audiencias. El modus
operandi de los miembros de ese batallón era similar. Conseguían personas
indefensas, las secuestraban, las llevaban a zonas despobladas, las asesinaban,
les plantaban armas al lado de los cuerpos y las reportaban como bajas en
combate. Los autores materiales ya confesaron muchos de esos hechos y a su vez
explicaron cómo toda la cúpula del batallón, comenzando por el coronel Ávila,
sabía y patrocinaba ese tipo de acciones. Hoy esos cinco coroneles están en
juicio y responden por los delitos de homicidio en persona protegida, secuestro
simple y falsedad ideológica en documento público. El caso del Pedro Nel
Ospina, el batallón de la muerte, con seguridad seguirá dando mucho de qué
hablar sobre una de las épocas más oscuras en la historia reciente del país. Semana.com
06 – 06 – 2015
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