Fernando Dorado: Venga Le Cuento – VLC - |
Por primera vez en mucho tiempo en Colombia las fuerzas
políticas alternativas a los partidos que representan la tradición oligárquica
tienen amplias posibilidades de llegar a la Presidencia de la República en las
próximas elecciones de 2018.
Los
candidatos de Alianza Verde, Polo Democrático y Compromiso Ciudadano agrupados
en la Coalición Colombia (Claudia López, Jorge Robledo y Sergio Fajardo)
aparecen en las encuestas con los más altos índices de intención de voto. Según
diferentes sondeos suman entre todos de 20 a 30 puntos y mantienen amplios
márgenes de crecimiento. Así mismo, el ex-alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, aparece
bien posicionado con 10 a 12 puntos en todas las encuestas.
Esta
situación que es beneficiosa para los liderazgos alternativos es resultado de
varias circunstancias: a) El fin del conflicto armado con las FARC ha creado
condiciones para que temas diferentes a la tensión de la guerra, ocupen la
mente de los colombianos, y b) Los escándalos de corrupción que han sido
destapados en los últimos años han generado un ambiente negativo que afecta
especialmente a los partidos políticos tradicionales.
Lo
más interesante del panorama político colombiano es que ha surgido una
convergencia política que ha asumido con seriedad las lecciones que dejó la
derrota del SI en el Plebiscito del 2 de octubre/2016. Por ello, se ha
deslindado tanto del gobierno como de las FARC y de todas las expresiones de
derecha.
A diferencia de lo que ocurre en otros países de la
región, en donde las fuerzas conservadoras aprovecharon el destape de la
corrupción político-administrativa para descargarla sobre los líderes
progresistas (Brasil, Argentina, Ecuador, Perú, etc.), en Colombia los sectores
alternativos son los que canalizan electoralmente los graves hechos de
corrupción que a diario salen a relucir en la administración pública.
Esa circunstancia responde a que los sectores alternativos
de “centro-izquierda” han identificado claramente las causas que le permitieron
al “uribismo” derrotar en octubre del año pasado a los demócratas y a las
“fuerzas de la paz”. Entre otras, están:
·
El presidente Santos actuó en forma vacilante,
incoherente y contradictoria durante todo el proceso de fin del conflicto.
Debilitó la credibilidad y generó escepticismo.
·
El triunfalismo de las FARC ha sido un factor negativo.
No tienen clara la situación del país y no son conscientes del rechazo
generalizado que la guerrilla acumuló a lo largo de décadas de violencia y
desmanes contra la población.
·
Lo que viene ocurriendo en Venezuela es un caballito de
batalla real que la derecha utiliza para asustar a amplios sectores de la
población que identifican a la izquierda con el proyecto bolivariano y con la
supuesta “amenaza castro-chavista”.
Por
esas razones, los candidatos de la Coalición Ciudadana por Colombia (en
construcción) ha logrado obtener en poco tiempo un apoyo creciente entre
importantes sectores sociales y empresariales que están cansados de la
corrupción y de la guerra, pero que a su vez, se muestran absolutamente
opuestos a aliarse con representantes políticos de partidos corruptos o de una
izquierda que fue connivente con las acciones de una guerrilla que en medio de
la guerra se degradó en lo político e ideológico.
Frente
a ese panorama político preocupante para la casta política tradicional se viene
impulsando una estrategia para lograr que las fuerzas alternativas, que
representan una actitud no-polarizante y que no pueden ser acusadas de
“castro-chavistas”, sean empujadas al terreno de la polarización entre
izquierda y derecha, entre paz y guerra.
Crece
el bloqueo en el Congreso a los principales acuerdos del fin del conflicto; se
sabotea la aprobación de la Justicia Especial de Paz y el trámite de la reforma
política; la coalición de gobierno y los partidos de la “U”, CR, liberales y
conservadores están en total desbandada. El desorden es absoluto y Santos –con
el sol a las espaldas– se muestra débil y errático. Todo apunta a que se
pretende imponer la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente o un
nuevo Referendo contra el proceso de paz.
Es
una jugada bien orquestada para obstaculizar el avance de las nuevas fuerzas
políticas. En ella, el Fiscal General es un torpedo y Vargas Lleras es la
principal herramienta para frenar los cambios democráticos. La intención es
impedir que la corrupción siga siendo el tema central de la próxima campaña
electoral. Quieren volver a polarizar el país frente al tema de la “paz” y
confundir a la gente.
Es
muy importante que las izquierdas –y la misma insurgencia– que siempre han
visto la ANC como un instrumento democrático para implementar los cambios
estructurales que requiere el país, no vaya a caer en la trampa. La historia
muestra que las Constituyentes que crean posibilidades de transformación
efectiva son aquellas que se convocan desde gobiernos que han derrotado de
antemano a las fuerzas antidemocráticas. Lo contrario es una ilusión, sería
repetir lo ocurrido en 1991.
Nota: La oposición al
contenido de la JEP no es más que la reacción de quienes a nombre de impedir la
impunidad, quieren impunidad para ellos. Venga Le Cuento – VLC - Por: Fernando Dorado
- 30 – 09 - 2017 - @ferdorado
Comcrear Óriente: Organo de Expresión del Movimiento Cívico
“Ramón Emilio Arcila”
No hay comentarios:
Publicar un comentario