Juan Carlos Gómez Leyton |
Sin lugar a dudas que la VII Conferencia Latinoamericana
y Caribeña de Ciencias Sociales de CLACSO, realizada en la abigarrada ciudad de
Medellín, Colombia, entre el 9 y el 13 de noviembre, constituye un hito que
marcara un antes y un después en este tipo de reuniones académicas de los
centros afiliados a la red CLACSO, a dos años de cumplir su primer medio siglo
de existencia.
La
VII Conferencia tendrá el mérito de haber roto el tradicional aislamiento y
encierro que caracterizaron las anteriores conferencias, por lo menos, de las
últimas 4 que he tenido la oportunidad de asistir. La III realizada en La
Habana, Cuba, en el 2003, fue un encierro total, aislados, del mundo académico
local; lo mismo ocurrió en Río Janeiro, en el año 2006; un poco menos en
Cochabamba en el 2009 y volvimos al encierro de lujo hotelero en México, en el
2012.
En
Medellín, CLACSO, se abrió a las multitudes de estudiantes jóvenes, según los
datos proporcionados por los organizadores asistieron más de 25 mil jóvenes no
mayores de 24 años, los cuales pugnaron y exigieron por ingresar a las diversas
actividades desde las conferencias magistrales a los paneles de los grupos de
los diversos grupos de trabajo de CLACSO. Era impresionante observar las salas
y recintos dispuestos para tales efectos, atestadas de público y las largas
filas de gentes esperando ingresar a escuchar a las y los académicos e
intelectuales latinoamericanos. Miles de personas escucharon con silencio
devoto la palabra de dos "latinoamericanos ilustres": Luis Inácio
"Lula" da Silva, ex-presidente de Brasil y de José Mujica,
ex-presidente de Uruguay.
La
masiva asistencia juvenil interesada en escuchar la palabra y el discurso de
ambos ex-presidentes constituye, a mi modo de ver, un fenómeno
sociológico-político-cultural que debe ser analizado por las ciencias sociales
críticas. Pues, más allá del entusiasmo y del fervor que provocan en las masas
juveniles como, también, entre los no tan jóvenes. Sus actuaciones políticas al
mando de sus respectivas sociedades, no están exentas de críticas. Lo mismo que
sus discursos, complejas piezas oratorias, son altamente contradictorias y discutibles.
Tuve la sensación al momento de escucharlos que estaba en presencia de la mejor
tradición política y cultural de latinoamericana y caribeña: el líder populista
hablando desde el balcón de la plaza pública a las multitudes, a las masas, que
extasiadas y reverenciales escuchaban el "habla" señera y conductora
del viejo patriarca que inducía de manera sutil y subliminal lo que había que
hacer. El mensaje de ambos fue claro: los jóvenes deben participar en política
de manera activa pero organizada. Y, esa organización en democracia es, el
partido político.
No
es, ningún misterio, que colocar al centro de la actividad política a los
partidos políticos implica una determinada y especifica forma de definir y
delimitar a la democracia. La democracia ha sido siempre una democracia de
partidos. No hace mucho, sino más bien unos pocos años atrás, lo que más se
escuchaba en la conferencias clacsianas, entre los académicos e intelectuales
que asistían a ellas, era la apología, defensa y elogio a las virtudes de los
"movimientos sociales" señalados como los nuevos actores centrales de
la acción político y social colectiva de las y los ciudadanos de la región.
Recordemos, un dato central para el ex-secretario ejecutivo de CLACSO, Fernando
Calderón, estos constituían el nuevo "motor de la historia". Los
tiempos cambian. Interesante fenómeno político, la vuelta de las ciencias
sociales a considerar que los partidos políticos sean actores centrales de las
democracias existentes.
Conjuntamente
con la apelación a los partidos políticos el discurso de José Mujica, fue una
exhortación a los jóvenes a aprender de la experiencia histórica de las
generaciones pasadas. Esta fue levantada como la "mater et magister"
del hacer político para las nuevas generaciones. Con “Lula” esta exhortación
llegó al paroxismo al preguntarse y preguntar: ¿quién se iba imaginar qué un
“indio” iba a llegar a ser presidente?, ¿qué un obrero metalúrgico iba a llegar
a ser presidente?, ¿qué un expresidario iba llegar ser presidente?, ¿qué una mujer
exguerrillera iba convertirse en presidenta?
Según,
su lectura, todo ello fue posible gracias a la democracia instalada en América
Latina luego de las crueles y despiadadas dictaduras. Ciertamente, que la
instalación y recuperación de las formas democráticas en la región,
fundamentalmente, en la década de los años ochenta del siglo pasado, posibilita
que las ciudadanías puedan elegir a sus gobernantes. No es menos cierto que el
“indio”, el exobrero, el expresidario, y la exguerrillera se convierten en presidentes
de sus respectivas sociedades, una vez que los regímenes democráticos
pos-dictaduras ingresaran en un profundo descredito y deslegitimación política
de sus principales instituciones y actores centrales como por ejemplo, los
partidos políticos. Fue la crisis de las democracias liberales y
procedimentales transitivas lo que abrió la estructura de oportunidades
políticas para que los movimientos sociales y la acción colectiva de las y los
ciudadanos posibilitaran el ascenso de estos personajes a la presidencia.
En
efecto, fue gracias a la movilización social de miles de hombres, mujeres,
niñas y niñas que rompiendo con la democracia pactada de los partidos políticos
en Bolivia, instituida en 1982 y derrocada en 2001, fundamentalmente, por la
acción de los movimientos sociales, lo que permitió que el indio Evo Morales
fuera elegido presidente. Lo mismo
ocurrió en Uruguay donde la democracia pactada por los partidos tradicionales
establecida en el Club Naval, en 1984, fue quebrada por la articulación entre
de los movimientos sociales y el Frente Amplio para que llegará José Mujica al
gobierno; acaso no fueron los gigantescos movimientos sociales de base en
Brasil que posibilitaron que el Partido de los Trabajadores, PT, se
transformara en opción electoral, y que hicieran posible el triunfo electoral
de Lula, primero, y luego de Dilma
Rousseff, el exobrero y la exguerrillera, llegaran a la Presidencia. La
democracia social, actualmente vigente en Ecuador, fue el resultado de años de
movilización de las y los ecuatorianos quiénes fueron construyendo sus
alternativas políticas por fuera del sistema de partidos políticos
tradicionales, colapsado y en decadencia desde fines de los años noventa del
siglo XX. La emergencia de Hugo Chávez Frías y su Movimiento Quinta República,
en 1998, tiene como contexto la crisis total y completa del sistema político
que los partidos políticos habían establecido en el famoso “pacto de
Puntofijo”, en 1958. Él cual tras cuarenta años de vigencia estaba
completamente colapsado y en decadencia. En Argentina, la llegada del
“kirchnerismo” al gobierno no fue obra de los partidos políticos, ni del
radicalismo ni del peronismo, sino, fundamentalmente, de la rebelión ciudadana
de 2001-2003.
Por
todo lo anterior, genera dudas y sorpresa que estos dos líderes exhortaran a
los jóvenes a tener a los partidos políticos como los instrumentos políticos
del cambio social e histórico y el lugar donde hacer posible, la praxis
política. Especialmente, cuando en la historia reciente de latinoamericana y
caribeña, la crisis de los partidos políticos, artífices de la vieja política,
al decir, de Juan Carlos Monedero, ha sido de larga data. Pues han sido los
partidos políticos y sus militantes, gobernantes o en la oposición, los artífices
de los ingentes casos de corrupción política. Siendo una de las
organizaciones políticas con el mayor descredito ciudadano en la mayoría de los
países de la región.
Por
otro lado, la presencia solo de líderes políticos en la apertura de la VII
Conferencia fue tan sorprendente como la presencia de miles de estudiantes y
público general exigiendo ingresar al salón. Extraño la presencia de algún
académico connotado o el discurso inaugural de algún miembro del Directorio
Académico de CLACSO plantearse sobre las líneas generales como de los desafíos
futuros del pensamiento crítico en la región. Fue extraño para los cientistas
sociales, académicos e intelectuales ser abiertamente ignorados por los líderes
políticos presente en la ceremonia inaugural. Estos a través de una demagogia
muy particular hicieron gala de su mejor oratoria para exponer los avances
logrados en sus respectivos gobiernos. Me refiero tanto al Alcalde de la Ciudad
de Bogotá, Gustavo Petro, como al Alcalde de la Ciudad de Medellín, Aníbal
Gaviria, curiosamente o paradojalmente, las tiendas políticas de ambos alcaldes
habían sido derrotadas en las elecciones municipales del pasado 25 de octubre
del presente año. Sus discursos dirigidos a las multitudes juveniles hablaban
de sus exitosas gestiones en materia social, económica, de seguridad, de
equidad pero también de los serios obstáculos que los poderosos habían
levantado para impedir su labor.
Obviamente,
como es normal ninguno de los líderes políticos locales como los regionales
tuvieron la capacidad de plantearse críticamente. Esa será, por cierto, labor
de las y los intelectuales críticos desentrañar el alcance de las gestiones
realizadas por estos gobernantes locales y nacionales.
Aunque
la palabra de los académicos no estuvo presente en la ceremonia inaugural esta
se hizo oír en las decenas de paneles y mesas temáticas organizadas durante los
cuatro días que duró la VII Conferencia. En la mayoría de ellas se escuchó la
voz de los panelistas quienes trataban de sintetizar reflexiones e
investigaciones que en muchos casos habían tomado mucho más tiempo en elaborar
y preparar, que los escasos 15 minutos, disponibles para exponerlas. Este
formato es imposible de seguir usándose en el futuro, la multitud de ponentes,
no es índice de una mejor y más profunda comunicación o de interacción
intelectual o académica entre los investigadores y los públicos. Estos, muchas
veces salieron frustrados de las salas, pues no habían podido interpelar ni
preguntar a los ponentes; y estos, a su vez, quedaban con la misma frustración.
En la mesa en la cual tuvimos la oportunidad de participar y exponer referida
al Eje 11: Izquierdas y procesos de Emancipación. Panel 3, cuya temática era
Estado, Conflicto armado, Derechos Humanos y justicia transicional, donde
exponían académicos de México, Venezuela, Colombia y Chile, tuvo una asistencia
aproximadamente de 500 personas, no hubo
ningún minuto, ningún mísero segundo, para que alguien pudiera preguntar algo
sobre lo expuesto por los ponentes. La verticalidad del orden y la tiranía del
tiempo como la masividad de mesas y paneles impedían aquello. Solo en aquellas
mesas y paneles donde la ausencia de expositores dio lugar a un fructífero
dialogo entre los ponentes y las y los asistentes. Habrá que pensar, para las
futuras Conferencias, en un formato que permita más dialogo entre los y las
investigadores con los públicos asistentes.
Independientemente
de estas consideraciones críticas, tengo la impresión y la percepción que algo
cambio en Medellín para la CLACSO, la presencia de la “multitud”, obliga y
constituye todo un desafío para el hacer y el quehacer de las ciencias sociales
criticas latinoamericanas y caribeñas.
Estas
deberán profundizar su perspectiva crítica, desligada de las formalidades y
procedimientos que dominan en las ciencias sociales, especialmente, aquellas
que se desprenden de los “famosos” acuerdos de Bolonia o de los criterios
impuestos por los sistemas de indexación de origen estadounidense o europeos.
Formas coloniales que rigen el saber en las universidades del capitalismo
académico. CLACSO, como una red de pensamiento crítico, debe ser autónomo e
independiente, de esas formas. O sea, en el futuro el pensamiento crítico y
social que se construye, discute y se difunde bajo el sello CLACSO debe
continuar profundizando y ampliando su perspectiva decolonial. Asumiendo, de
manera critica los planteos que ha formulado, por ejemplo, tanto Boaventura de
Sousa Santos como Silvia Rivera, entre otros, de construir un “pensar y una
ciencia social” desde el sur.
Esto
último es central y fundamental dado el actual escenario político y social
que está emergiendo en la región. Tengo
la impresión que las ciencias sociales criticas latinoamericanas y caribeñas
durante los últimos años fueron escasamente “criticas” con los procesos políticos
y sociales que las “multitudes” habían abierto a finales del siglo pasado. El
giro hacia la “izquierda” o hacía posiciones “progresistas” que se impulsaron
en Venezuela (1998), Argentina (2003), Brasil (2003), Ecuador (2007) y Bolivia
(2005), entre otros; fue interpretado como la construcción de un escenario
político posneoliberal. O sea, como una contundente derrota de la dominación y
hegemonía neoliberal establecida en el periodo 1980-2000.
Las
ciencias sociales críticas latinoamericanas se volvieron autocomplacientes con
dichos procesos, y sobre todo, con la afirmación de que “estábamos asistiendo
al derrumbe del neoliberalismo en la región”. Fueron, muy pocos las y los
intelectuales se atrevieron a formular y a realizar análisis críticos de esa
afirmación. Muchos indicadores sociales, políticos y económicos señalaban que
la forma de acumulación neoliberal no estaba siendo modificada ni alterada de
manera sustantiva, en ningún de los países antes señalados, salvo quizás en
Venezuela. Tampoco, las ciencias sociales asumieron una postura analítica
crítica de la forma como los procesos se desenvolvían en cada una de sus
sociedades, de los límites y obstáculos que estos debían enfrentar, etcétera.
Tampoco, el pensar crítico fue capaz de interpretar de manera adecuada y
oportuna los procesos de recomposición política, social y cultural de las
fuerzas sociales y políticas vinculadas con el capital. Y, sobre todo, entender
ni comprender, la profundidad como la solidez de la hegemonía cultural del
neoliberalismo en la región. La forma como la “weltanschauung, o sea, la
“cosmovisión neoliberal” se había instalado, propagado, difundido, extendido,
entre las ciudadanías latinoamericanas. Cómo esta se combinaba híbrida y
contradictoriamente con las viejas y ancestrales formas de ver el mundo de los
y las pueblos originarios, o como era asumida en el quehacer y hacer de las
universidades latinoamericanas e inclusive defendida por las y las académicas
de las ciencias sociales críticas. Todo esto, a pesar que muchos intelectuales
leían y releían a Gramsci. O, se encandilaban con los procesos de cambio
político y social impulsados por los gobiernos progresistas de la región.
Lo
claro es que las ciencias sociales y el pensamiento crítico latinoamericano y
caribeño no fue capaz de advertir que dichos procesos, importantes e
inmensamente valorables en muchos aspectos para la dignidad de miles y miles de
hombres, mujeres, niños y niñas, al no hacer una ruptura efectiva, profunda y
radical, no solo con el neoliberalismo sino con el capitalismo, comprometía el
futuro de ellos. Hoy cuando la recomposición política de las fuerzas
capitalistas les permite hacerse del gobierno en algunos países de la región
como es, por ejemplo, el caso argentino. O, pone en jaque, al gobierno de Dilma
Rousseff en Brasil. Algunos intelectuales y analistas vinculados al pensamiento
crítico hoy señalan las limitaciones y el estancamiento de los procesos de
cambios abierto en 1998, con la llegada al gobierno de Hugo Chávez. Tengo la
impresión que un sector, el mayoritario, de las ciencias sociales
latinoamericanas y caribeñas llega tarde. Y, tengo la convicción que fracaso al
diagnosticar y decretar el fin del neoliberalismo en la región.
Por
todo lo anterior, en los próximos años la tarea de las y los intelectuales
críticos que pertenecemos a la red CLACSO deberemos afinar, ajustar, revisar
nuestras formas de hacer y construir, el pensamiento crítico.
Un
pensar critico que sea en primer lugar crítico con nuestros propios supuestos y
planteamientos. Que se sienta obligado con las “multitudes” más que con los
indicadores estadísticos que exige la academia formal. Un pensar critico que
cuestione todo con independencia y autonomía. Un pensar critico que posibilite
la ampliación de los saberes populares, los saberes de la gente, en la
perspectiva de ir construyendo una cosmovisión contra hegemónica. Una ciencia
social que abandone los pináculos de la academia formal o inclusive del Estado.
Que las y los intelectuales críticos asuman la propuesta de M. Svampa, es
decir, que se transformen en “intelectuales anfibios”, o sea, aquellos que
tienen un pie en la academia y otro en los movimientos sociales (no en los
partidos políticos), o entre la ciudadanía rebelde, insurgente y critica. Cuyo
proyecto histórico, social y político sea abiertamente alternativo al
capitalismo. Un intelectual crítico comprometido con la emancipación. Y, no con
la consolidación de las formas de dominación capitalista neoliberal.
La
multitud juvenil que se congrego en la Plaza Mayor de Medellín para asistir a
VII Conferencia obliga e impone el compromiso político a las ciencias sociales
y caribeñas a mantener la tradición crítica de la red CLACSO y, sobre todo, a
los más de 600 intelectuales y académicos
que asistieron, que supongo que no lo hicieron solo motivados por obtener el
“certificado” que acredita su participación para ganar puntos o cumplir con los
convenios de desempeño, formas neoliberales de medir la productividad académica
de muchas de las instituciones universitarias afiliadas a CLACSO, sino que lo
hacen porque su compromiso principal es con el saber crítico y los procesos de
emancipación. De no ser así, esa multitud de jóvenes seguirán otro camino.
Esa
multitud fue un llamado de advertencia, tal vez, a la forma como se hace
academia, se construye la ciencia social y se producen los saberes en Colombia.
Los miles de jóvenes colombianos, asistieron a escuchar y atender a las
diversas y plurales “voces críticas” de las ciencias sociales latinoamericanas
y caribeñas.
Respondiendo masivamente a la ausencia de COLCIENCIAS,
institución encargada en Colombia de fomentar la Ciencia, la Tecnología y la
Innovación.
El no apoyo y colaboración de COLCIENCIAS a la
realización de la VII Conferencia de CLACSO, expuesta por su Secretario
Ejecutivo de CLACSO, en una misiva a todos las y los clacsianos días antes de
ser inaugurada la VII Conferencia, solo puede ser explicada por la lógica
neoliberal que domina su quehacer y la cosmovisión de cómo debe realizarse y
proyectarse la producción académica e intelectual, especialmente, de las
ciencias sociales y las humanidades. En ese sentido debemos, tal vez,
interpretar sigilosamente, que la presencia multitudinaria de profesores,
académicos y estudiantes universitarios colombianos era un rechazo a la forma
como COLCIENCIAS administra y fomenta el desarrollo de las ciencias en
Colombia.
Esto último obliga a que la red CLACSO avance en una
cuestión de suyo compleja lograr autonomía financiera para sus diversas y
variadas actividades. De esa forma no ser dependiente de los criterios que
imponen y exigen las agencias interesadas en financiar y apoyar económicamente
las actividades de las ciencias sociales críticas. Compleja y difícil
tarea. Tarea de futuro. Pero, que debe ser abordada, para romper con las
cadenas de las dependencias económicas y financiaras que muchas veces limitan y
frenan el pensar crítico, autónomo e independiente. Por mientras, a trabajar y
a pensar como haremos la próxima Conferencia, la VIII, cuando CLACSO, haya
cruzado el umbral del medio siglo de existencia. Sabemos el año, 2018, pero no
el lugar. Por Juan Carlos Gómez Leyton - 30 – 11 – 2015 - Santiago de Chile.
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