Carlos E. Duque V |
Pereira, Abril 13 de 2.015 -
Apreciado Carlos:
Un fuerte abrazo.
Batallando con la oralidad
prevaleciente en nuestra cultura política y académica, me he propuesto iniciar
este camino de aprender a escribir, pues ya va siendo hora de evidenciar muchos
hechos, conductas, recuerdos que son aleccionadores y que no pueden quedar sólo
en anécdota. Son innumerables las experiencias que podemos sistematizar y
publicar.
Con motivo del fallecimiento de
nuestro común amigo, el admirado, respetado y acatado Carlos Gaviria y ante
tanta literatura de cajón que pretende fosilizarlo, me he atrevido a escribir
éstas líneas, pues sé que contando con tu indulgencia lo colgarás en tu Blog,
para suscitar un respetuoso debate si es el caso.
El artículo no pretende agraviar al
maestro de quien tanto aprendimos, sino reivindicar su carácter humano y como
tal vulnerable frente al error.
Espero tus agudos comentarios.
Saludos.
Carlos E. Duque V
Carlos Gaviria: “Entre la Ética y la
Política”
Por: Carlos Enrique Duque Vargas.*
Dice el escritor español Enrique
Jardiel Poncella, en "la tourné de Dios", que la muerte nos hace
subir mil metros la opinión sobre el fallecido por esa misma razón, ¡pues
porque ya no está!. Cada que alguien destacado ante la opinión fallece,
recuerdo a Poncella y entre obituarios, semblanzas, homenajes, reconocimientos,
conmemoraciones y otros tantos esfuerzos
para poner de relieve las
virtudes del ausente, encuentra uno
desde quienes pretenden la santificación, hasta quienes lo hacen por protocolo
para no deberle nada a los muertos,
sobre todo si son conocidos por mucha gente.
Mi experiencia personal con el maestro
Gaviria hizo evidente la dificultad para separar los ámbitos de la ética, la
justicia, el derecho y la política en la vida cotidiana, galimatías que sólo se
desanuda con la decisión que adoptemos en cada caso particular. Recuerdo muchos momentos de excelsa
complacencia cuándo oíamos al maestro, jurista, fiósofo del derecho, dirigente
político y ante todo ciudadano ejemplar Carlos Gaviria Díaz manejar con
destreza los conceptos y categorías de Max Weber explicando la “ética de la
responsabilidad”, o cuando nos invitaba a conocer y pensar de la mano y con la
sensibilidad de Hananh Harendt, el sentido de la Justicia con Jhon Rawls, el
significado de la ilustración, la re significación de los “diálogos de Platón”,
y en fin en cualquier asunto humano, pues dotado de tan basta formación
teórica, era fácil para él captar la inquietud del interlocutor, y recomendar
intentar formas de abordaje que potenciaran la búsqueda, en medio del
asfixiante oscurantismo y pre modernidad
en la cultura colombiana.
Para ilustrar lo afirmado, quisiera
referir una conversación personal sostenida con él en el año 2.010. En esas
calendas, en mi condición de Directivo Nacional del Polo Democrático
Alternativo, anunciamos con los petristas que nos íbamos del partido por
considerar que se nos había agotado el espacio político, por la prevalencia en
su dirección de una concepción vanguardista y vacilante ante la condena a los
bárbaros comportamientos de la insurgencia, que en esos días crispaban a la
opinión pública. En dicha conversación le indiqué a tan respetable académico,
con la licencia que me daba el haber adelantado con su participación entusiasta
actividades universitarias en mi oficio de profesor y directivo docente en las
facultades de Derecho de Manizales por la década del 90, que irónicamente me
iba del PDA, por motivos y diferencias sustantivas en la comprensión de lo
ético y lo político.
En esa difícil pero respetuosa
conversación de despedida, expuse a quien considero uno de los últimos
espíritus auténticamente liberales en Colombia, tres razones para sustentar el
desencanto que nos hacía emigrar del Polo hacia nuevas estructuras
organizativas, razones que tenían una connotación más ética que política, y le hice saber mi desconcierto frente al hecho
de que tal vez el colombiano más diestro en dilucidar tales incógnitas, se
inclinara por decisiones que terminaron en descalabros políticos.
Dichos dilemas sustentados en hechos y
vicisitudes fueron puestos en la mesa de discusión de la dirección política no
obstante, sus decisiones constituyeron un punto de quiebre que contribuyó a
producir resultados adversos en materia política electoral, tales como la
ruptura y división del partido y la consecuente pérdida de la Alcaldía de Bogotá.
Tres momentos y tres dilemas éticos
y/o políticos:
1.
Cuando
la consulta interna en el PDA fue ganada por el sector que propuso
a Gustavo Petro como candidato a la
presidencia y la derrota de Carlos Gaviria, fue notorio el desgano y subalterno
apoyo que en su condición de máxima figura del partido prestó para el éxito de
esa candidatura, que codo a codo con Petro y en consulta abierta y ciudadana le
habíamos ganado, a pesar de las desventajas comparativas en infraestructura
partidaria. Sobre todo, le reiteraba que cuando cuatro años atrás, al
producirse un resultado diametralmente distinto en una consulta partidaria
idéntica, él había salido airoso en la consulta donde venció a Antonio Navarro,
y sin vacilación alguna desde el instante en que se anunciaron los resultados
en su favor, nos pusimos incondicionalmente al servicio de esa candidatura -prueba de ello es que el vencido asumió como
su jefe de campaña-. Contraste comportamental que se profundizó al negarse a
entregar la presidencia del Partido, para que la tendencia ganadora en la lisa
interna orientara al partido con otros criterios, tal como es la usanza en
todos los partidos modernos: -que el que gana orienta-.
2.
Cuando en el debate acerca de si salíamos
como PDA a marchar el 5 de febrero de 2.008 para condenar el asesinato de los
diputados del Departamento del Valle a manos de las FARC, en circunstancias que
el Uribismo aprovechaba para polarizar más el ánimo ciudadano y apuntalar su
estrategia fascistoide en materia de seguridad. Su incomprensión del momento
cuando todo el mundo reclamaba el imperativo ético de salir a delimitar campo
con la insurgencia, desdibujó la actuación al imponerse la negativa de marchar.
¡Gaviria en su condición de presidente del partido, esgrimió que pretendíamos
ponerlo a marchar con Uribe y que él no lo haría jamás!, con lo que ¡Se permitió y facilitó que Uribe se
encumbrara como el adalid de la pacificación!.
3.
Cuando se conocieron los informes que
elaboraron Gustavo Petro, Luis Carlos Avellaneda y Carlos Vicente de Roux como
comisión investigadora del Carrusel de la Contratación en Bogotá, y presentaron
evidencias ante la Dirección Nacional que comprometían muy seriamente el nombre
de los hermanos Moreno Rojas, y aquí nuevamente se hicieron difíciles las
fronteras entre lo ético y lo político,
pues prevaleció lo segundo argumentando
"el debido proceso para el Alcalde y su carnal senador" y se negó a
separarlo del partido.
Refiero estos hechos para enunciar la
dificultad a la hora de las decisiones en materia política en un país maltrecho
en su ética como el que más, cuando esas decisiones tienen un entronque que
correlaciona la filosofía moral, la ética, la justicia, el derecho, la verdad y
sobre todo la utilidad o conveniencia. Pero como hoy Carlos ya no es de este
mundo, tal vez Jorge Enrique Robledo u otro, puedan darnos cuenta de las
razones por las que se inclinó el maestro en los pormenores de la discusión.
Una de las facetas que hace
excepcional a un ser humano como Carlos Gaviria, es que hasta muerto sigue
dando muestras de coherencia ética y conceptual. Su consecuente decisión y la
de su familia de cumplirle con la ausencia de actos religiosos en sus
funerales, pues dada su condición de agnóstico, seria arriesgar demasiado en
rezar de pronto al dios equivocado. Sobretodo ser consecuente con la muerte en
la región más conservadora de Colombia, y en un país como el nuestro, en el que
como producto de las taras heredadas de cien años de “Concordato”, hasta los
líderes comunistas se entierran con misa,
y con obispo a veces¡¡
P/S: Querido Carlos, lástima que tu
luz se haya apagado justo cuándo es mayor la oscuridad enlodada de corrupción
por los “pragmáticos vulgares” hasta la alta corte desde la que testificamos
tus mejores resplandores, pues a ojo de buen cubero y conocedor de los
vericuetos del iter criminis, seguro que ésta es la causa última de tu
definitivo silencio. Por: Carlos Enrique Duque Vargas - Abogado
laboralista de trabajadores, Catedrático Universitario y dirigente político.
1 comentario:
El abogado y Calarqueño Carlos Enrique Duque hace una radiografía próxima a los hechos históricos, éticos y políticos que tiene seria vitalidad y además discutibles que le servirán para nuestro futuro patrio. Lo cierto es que la candidatura de Petro no fue lo mejor manejada en el segundo Congreso Nacional del P.D.A., considero le falto sinceridad y en cierto momento provoco indisciplina e intolerancia para el hombre que obraba con prudencia y carisma en este evento polista como lo era CARLOS GAVIRIA DIAZ.
Nelson Guzmán Baena
PRESDIENTE O.C.P (organización Colombiana de Pensionados) SECCIONAL ARMENIA.
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