Francisco Cortés Rodas |
En la política estatal de ciencia que Colciencias ha
venido implementando en los últimos años se puede apreciar una clara tendencia
a menospreciar las ciencias sociales y las humanidades.
En
las convocatorias para la medición de grupos de investigación de los dos
últimos años se vio en los resultados una muy baja participación de los grupos
de ciencias sociales y humanas en los niveles A1, A y B, y de sus
investigadores en los niveles Senior y Asociado. La más reciente discusión
tiene que ver con los resultados de la “convocatoria 727” de becas de
doctorado. De los 189 programas de doctorado que concursaron para recibir cupos
de becas de Colciencias, solo 40 pasaron. Ninguno de ciencias sociales y
humanidades logró obtener los mínimos de evaluación exigidos.
En
este caso, hay que destacar que el resultado ha ido acompañado de una clara
justificación, basada en una visión del crecimiento económico, por parte de
funcionarios de Colciencias. Ya no tratan de ocultarlo, lo dicen sin ambages
frente a la opinión pública. Así, Carolina Rivera, investigadora del
Observatorio de Ciencia y Tecnología, le dijo a El Espectador, “desde
literatura académica y sistemas de países industrializados sí hay evidencia de
que áreas como ingenierías y ciencias básicas tienen mayor potencial de
fortalecer el crecimiento económico. Es más rentable trabajar en energías
alternativas que en mecanismos de diálogo en una vereda de un municipio
recóndito”.
Lo
que está pasando en nuestro mundo académico no es nuevo. Desde hace años el
énfasis del Gobierno está orientado de manera cada vez más clara, hacia una
universidad centrada en las ciencias naturales, la innovación, la renta y el
crecimiento económico, y excluye una universidad que articule la ciencia con el
cultivo de las humanidades y las ciencias sociales.
De
esta manera Colombia se está anticipando y preparando para aquello que en
países altamente industrializados, como Japón, se percibe como una derrota de
las humanidades. La decisión del ministro de Educación japonés de pedir a 60 universidades
cerrar carreras de ciencias sociales y abrir áreas que respondan mejor a las
necesidades de la sociedad, es muy grave para las humanidades, que muestra
además una profunda incomprensión de la imagen de la ciencia y las humanidades,
de su historia y relaciones mutuas.
Pensar
que la investigación en ciencias naturales e ingenierías se opone a las
humanidades no es más que un argumento falaz de una visión de la ciencia. Hay
elementos inevitablemente humanos en la investigación en cualquier campo. Esto
se puede apreciar en la obra de cualquier gran científico (Newton, Darwin,
Einstein) no solo como reflexiones aisladas sino como constitutivas de sus
prácticas investigativas. Pensar que la investigación natural no es humana y
social es una idea equivocada y uno de las sofismas que circulan con
naturalidad en el mundo de la burocracia científica. Ignorancia sobre la
historia de la ciencia de los burócratas.
Es
necesario poner en su contexto los supuestos de la creación del conocimiento
para poder entender la ciencia, la tecnología y la innovación bajo la
comprensión de la sociedad y las humanidades, sus problemas y contradicciones.
- Por:
Francisco Cortés Rodas: * Director Instituto de Filosofía U. de Antioquia.
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