Más allá de buscar una paz y un reconocimiento de derechos para un grupo
particular, como se planteó en la Constitución del 91, cuya aplicación ha resultado
conflictiva y dificultosa, se establece como prioridad la convivencia y el
acuerdo para quienes comparten el territorio del Cauca.
Hace pocos
días se llevó a cabo en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, el
foro “Conflicto armado, autonomía y proceso de paz en el Cauca indígena”. Allí,
junto con profesores e investigadores y ante la presencia de un público de
cerca de cien personas, Feliciano Valencia, indígena nasa, líder del movimiento
indígena del Cauca y posible candidato presidencial, presentó las propuestas y
expectativas de paz que se han construido desde la organización y el movimiento
del suroccidente colombiano. Son propuestas que además de fundarse y
legitimarse en cuarenta años de organización, lucha, victorias, conflictos y
también, fragmentación y fracasos, presentan algo aparentemente novedoso, pero
necesario y urgente: el hermanamiento y la construcción de alternativas de vida
para la paz, conjuntamente con campesinos y afrocolombianos de ese
departamento.
La propuesta
podría parecer apenas lógica, sin embargo no lo es tanto, pues parte del
presupuesto de superponer sobre los derechos y reconocimientos particulares de
los grupos étnicos, la búsqueda de derechos territoriales colectivos para
poblaciones interétnicas y “multiculturales”. Es decir que más allá de buscar
una paz y un reconocimiento de derechos para un grupo particular, como se
planteó en la
Constitución del 91, cuya aplicación ha resultado conflictiva
y dificultosa, se establece como prioridad la convivencia y el acuerdo para
quienes comparten el territorio del Cauca.
En dicho
Departamento, aunque hacen presencia campesinos, afrocolombianos e indígenas,
sólo estos dos últimos grupos tienen derechos colectivos sobre la tierra y
logran poseer cerca de 970.395 hectáreas tituladas, es decir el 32% del
territorio1. Esta situación, que corresponde con el reconocimiento de derechos
a grupos étnicos, ha planteado un escenario de conflictos interétnicos, en el
que los indígenas tienen casi el doble de territorios titulados que la
población negra del departamento2.
Los
conflictos tienen que ver con que las demandas y los reconocimientos de
autonomía, territorio y gobierno propio de los indígenas, se contraponen o
enfrentan a las demandas en la misma materia para negros, y también con las
posibilidades de reconocimiento de zonas campesinas. Esta situación se debe no
tanto a los proyectos propios de estos grupos, sino más bien a que persiste, en
este territorio, el conflicto armado, el narcotráfico, el modelo latifundista
de tenencia a la tierra, los monocultivos y, con mayor acento en la última
década, el asunto de la minería y la agroindustria. Son entonces los
territorios que tradicionalmente se han compartido, o los que se encuentran ya
en uso colectivo por parte de algún actor, los que entran en disputa a la hora
de las peticiones de ampliación de resguardos, o de titulación colectiva para
los concejos comunitarios (forma de organización de la población negra).
Adicionalmente existen conflictos por los modelos autónomos de salud y
educación en las zonas donde la composición poblacional es interétnica. Esto se
ha traducido en enfrentamientos físicos, desplazamientos y muertes.
La propuesta
de paz es, entonces, una respuesta y alternativa a los conflictos que han
surgido entre grupos similarmente violentados, que luego de pensarse la
situación de su territorio, creen en la posibilidad de crear una figura legal
que cobije y respete los territorios multiétnicos y pluriculturales, como los
ha llamado Feliciano. El postulado básico para esta alternativa de vida para la
paz sería el mandato de recuperar la tierra y defender el territorio; ya no de
los otros, negros o campesinos, sino del modelo económico neoliberal, de las
locomotoras y de las interferencias de actores violentos. La propuesta
igualmente debe pasar por pensarse en un modelo de gobierno, justicia,
educación y salud que respete y medie entre los reconocimientos de autonomía ya
existentes, y que permita el sustento y la producción de lo necesario para una
vida digna y en paz, para los seres humanos, pero también para la naturaleza.
Estos
procesos se vienen discutiendo y potenciando en propuestas como las de la
minga, el congreso de los pueblos, el congreso de tierras, territorios y
soberanías, el congreso nacional de paz, entre otros. Lo que implica que no sólo
se piensan para el Cauca, sino para todos los territorios donde comparten
negros, campesinos e indígenas, así mismo para los sectores urbanos; Feliciano
habla de pensar un Plan de Vida Nacional.
La
dificultad reside en lo inédito de la figura que se propone: una zona que
jurídicamente se reconozca como interétnica e intercultural, y que respete las
leyes y mandatos ancestrales o de origen de indígenas y negros, y potencie la
tradición y los saberes campesinos. Adicionalmente es necesario que se creen
las oportunidades para que, de los diálogos de paz, surja verdaderamente la
posibilidad de participación de la población que ha sido víctima del conflicto,
y que luego exista una adecuación institucional para la vida en paz; que al fin
al cabo es el buen vivir, la vida sabrosa.
“La paz para
nosotros es tierra, territorio, autonomía, bienestar y vida sabrosa, y que es
la vida sabrosa, tener tierra, libertad, tomar chicha, emborracharme, juntarme
y compartir, tener amigos, y juntar resistencias. Tener lo necesario. Rompe con
la lógica de que bienestar significa comodidad, bienestar significa plata,
bienestar significa poder. La vida sabrosa es la paz para nosotros"
(Feliciano Valencia, mayo de 2013). - Por: Catalina Rodríguez Ramos, Palabras Al
Margen - Jueves, 30 Mayo 2013.
1 Gamarra Vergara, José R. (2007) La economía del departamento del
Cauca: concentración de tierras y pobreza. Centro de Estudios Económicos
Regionales (CEER). Banco de la
República , Cartagena
2Ibid.
1 comentario:
estoy de acuerdo con el comentario en general. sin embargo no es cierto que los indígenas tengan el doble de tierra titulada que los afro. por efecto de los consejos comunitarios de la Costa Pacifica, los afro tienen más tierra titulada que los indígenas en el departamento.
por otro lado si bien es cierto que la figura de territorios interetnicos es una salida viable, no es correcto decir que la propuesta de paz consiste en que se recuperara y defendera, desde los indígenas, tierra, ya no de campesinos y afros sino del modelo y de las locomotoras, porque esto da a entender que hasta ahora se ha venido haciendolo contra estos sectores, cuando ello no es cierto. la liberación de la madre tierra se viene haciendo sin afectar a campesinos y afrocolombianos. Otra cosa es que los campesinos y afros tambien pretendan esas tierras, por lo cual se hace necesaria la figura de territorios interetnicos.
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