Cordial
Saludos Amigos, Simpatizantes y Militantes del Polo
Como una contribución para la actual coyuntura, en Polo Crítico
damos a conocer el siguiente análisis que realizó y nos enviara el señor José
María Rodriguez Gonzáles.
“Esta síntesis de las estrategias de los gobiernos de Álvaro Uribe
y Juan Manuel Santos contra las FARC viene del análisis original en inglés para
discusión de asuntos de inteligencia militar en Latinoamérica.
Existe una diferencia enorme entre el secreto
militar, necesario en todas las acciones bélicas como en la actual guerra
contra las FARC, y lo que el público ve en la superficie. El problemático y
negativo ex presidente Álvaro Uribe conoce bien esta diferencia y explota este
desconocimiento público para su beneficio político personal; y esto es lo que
esta síntesis va a aclarar” José María Rodríguez González y que realizaremos en Cuatro
Entregas: primera entrega.
La idea de
Uribe de Seguridad Nacional que rebautiza como “Democrática” proviene de los
años sesenta del siglo pasado y se origina en la Doctrina de la Seguridad Nacional
de los Estados Unidos que fue una de las consecuencias de la Guerra fría. Antes, a los
problemas que se originaban en la protesta civil se los llamaba, apropiadamente,
de Orden Público....Ver abajo resto del Artículo
Carlos A. Ruiz O.
Director Polo Crítico,
Miembro Dirección Polo Antioquia
En 1961 y por iniciativa del Presidente Kennedy se crea
Parece irónico pero al mirar la historia de Colombia de los
últimos 50 años uno descubre que la tendencia de una clase civil poderosa a
resolver los problemas ciudadanos con la violencia, ha hecho creer a la
ciudadanía que sus privilegios e intereses son la patria y de esta forma han
manipulado a las Fuerzas Militares y Policiales como sus instrumentos de
poder. Y no han sido las Fuerzas Militares sino quienes las han manipulado,
los que han creado la compleja situación de conflicto armado que ha
ensangrentado a Colombia, situación que no hay que seguir avivando, sino
apagarla de una vez por todas. Colombia puede tener unas Fuerzas Militares
viviendo en paz.
En ese entonces y por iniciativa de la clase civil dominante el
general Alberto Ruiz Novoa, un veterano de la guerra anticomunista de Corea,
que alentaba la idea de transportar automáticamente la situación
anticomunista coreana a Colombia, es nombrado Ministro de Defensa. El cambio
más importante que Ruiz Novoa intenta realizar en las Fuerzas Militares es
tratar de convertirlas en un Partido Anticomunista Armado, y así,
politizándolas, hacerlas actuar. Desde ahí se considera cualquier revuelta
civil como un avance del comunismo.
Así, las situaciones de Orden Público que se relacionan con la
oposición, y las protestas de civiles como las de estudiantes, trabajadores y
campesinos que deben protegerse bajo la libertad democrática del estado
ascendieron indebidamente a un problema de Seguridad Nacional, como si la
población civil y sus protestas por violentas que sean pudieran ser
equiparadas al ataque de una nación enemiga.
Con
esta visión exagerada y deformada de las protestas y revueltas civiles, como
todavía hoy sucede, en 1964 se llegó a suponer que unas autodefensas
campesinas, en ese entonces provenientes del Partido Liberal y concentradas
en Marquetalia, eran un foco del comunismo que había que destruir. La
actuación del ejército politizado como anticomunista facilitó y produjo que
el Partido Comunista tomara realmente la dirección de las Autodefensas
Campesinas y que conformaran lo que fueron las FARC hasta 1982 y, desde ahí
en adelante lo que hoy son las FARC-EP.
No
había en Colombia comunismo armado ni organizado como ejército, pero aparecen
unas Fuerzas Militares politizadas anticomunistas que atacan a unos
campesinos beligerantes liberales unidos en las Autodefensas Campesinas y a
la vuelta de la esquina Colombia ahora ya tiene un ejército armado comunista
y casi medio siglo de derramamiento de sangre. Este error se equipara al que
por poco comete Uribe al querer internacionalizar la guerra y elevar a las
FARC a un rango internacional de combate que no es de ninguna manera
conveniente para el país.
Este
comunismo vernáculo que nunca se relacionó con una invasión soviética de
Colombia, sí comenzó a asociarse con una oposición radical al Estado, y una
situación de orden público que pudo apaciguarse y mantenerse dentro de los
linderos de la política tradicional fue desbordada y regalada al comunismo como
una fuerza social y militar.
Sin
ningún conocimiento militar y guiado solamente por el odio y un sentimiento
de venganza personal irreductible, todo lo que Uribe hace es revivir a toda
costa esa situación militar anómala de los años sesenta del siglo pasado y
que originó las peores dictaduras que avergüenzan a las Fuerzas Militares y a
la historia de América Latina.
Estrategia militar de Uribe
I Los paramilitares y la limpieza
social
La
estrategia militar del gobierno de Uribe contra la insurgencia* de las FARC
tenía dos prioridades, la primera, eliminar cualquier apoyo logístico de las
FARC en las poblaciones en zonas de influencia de la guerrilla, y la segunda,
golpear al Secretariado. Ninguna de las dos era muy difícil, sobre todo la
primera, porque era una guerra de limpieza social abierta y sin escrúpulos
contra la inerme población civil. Guerra en la que los paramilitares
cumplieron el papel principal.
Los paramilitares existen por decisión de los “Césares” y
su organización se inició durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala con
su Estatuto de Seguridad y Defensa de
La
guerra de limpieza social contra la población inerme que encarnó y cumplió
Uribe quedó demostrada por tres evidencias inocultables. Una, que la única
razón y justificación para robarle sus tierras y pertenencias a los
campesinos, violar sus mujeres y asesinar sus niños era que un paramilitar
sospechara que podrían ser auxiliadores de la guerrilla. Dos, que Uribe nunca
consideró ni defendió a las víctimas de los paramilitares y por el contrario
siempre ha sido hostil y enemigo de ellas. Y tres, que Uribe exigió una
completa inmunidad para todos los paramilitares e impulsó su participación
política. Estas exigencias de Uribe no las pudo cumplir el Congreso con la
mal llamada Ley de Justicia y Paz por impedimentos del estado de derecho,
pactos internacionales, la intervención de
Uribe
desconoció que en la paz**, las reivindicaciones, la rehabilitación y el
perdón siempre son para el enemigo y el castigo ejemplar es siempre para los
amigos del Estado porque por la participación del gobierno en los crímenes de
paramilitares y neoparamilitares éstos son una aberración del Estado.
Por
otra parte, Uribe nunca censuró ni personalmente ni como integrante del
gobierno, ninguna acción paramilitar contra los civiles. Uribe nunca los
denunció públicamente como si lo hacía constantemente con las FARC sin
olvidar el más mínimo detalle. Uribe jamás afectó intereses paramilitares ni
bombardeó un solo campo paramilitar, con el agravante de que sabía dónde se
hallaban y también sabía que los paramilitares eran reconocidos legalmente
como terroristas*** además de narcotraficantes. Hay que tener en cuenta que
los paramilitares fueron los únicos verdaderos narcoterroristas y a quienes
históricamente el término les cabe sin posibilidad alguna de error****.
Lo
peor, y otra inculpación de esta asociación de Uribe con el paramilitarismo,
es que además de permitir que los paramilitares se apoderaran de todas las
tierras que quisieran, los territorios que ellos le quitaron a toda la
población que supuestamente ayudaba a las FARC nunca los recobró Uribe
para Colombia y se los dejó a los paramilitares como
premio por quitárselo a las FARC. En otras palabras, Uribe le entregó al
crimen organizado las áreas de influencia de la guerrilla sin que él ni su
gobierno les importara ganar ninguna jurisdicción sobre ellas. Para Uribe que
los paramilitares tuvieran posesión de esos territorios era igual a que el
gobierno la tuviera y de esa manera lo contaba entre los logros de su
gobierno.
Esta
asociación de Uribe con el paramilitarismo prueba por dónde andaba su
“corazón grande” en la ejecución de su prioridad estratégica de limpieza
social de la población civil inerme que pudiera auxiliar a la guerrilla.
La
limpieza social y su ejecución por parte del paramilitarismo es el componente
inseparable y más importante de
No se
puede ignorar que la preocupación de Uribe en el entrenamiento y la dotación
militar para las funciones de limpieza social o exterminio ejercido por el
paramilitarismo incluye su interés de que fueran óptimas. En ese sentido, la
importación de expertos entrenadores israelíes y la dirección de fanáticos y
sangrientos militares criollos no parecen ser casos aislados. Tampoco parece
aislada de esas conexiones la solicitud de militares a través del gobierno de
Israel a
La
preocupación personal de Uribe sobre el funcionamiento del paramilitarismo se
extendió también al aseguramiento de su financiación que se caracterizó por
su reserva y por los abundantes dineros de sus colegas ganaderos, en su
mayoría agremiados a Fedegan, de hacendados y de muchos poderosos y
adinerados representantes de la empresa privada antioqueña, costeña, nacional
y hasta internacional complementaban los ingresos del narcotráfico de los
paramilitares para asegurarse que con su dinero las acciones de los
paramilitares cumplieran los objetivos de Uribe de acabar con la población
civil que apoyaba a las FARC o que era sospechosa de apoyarlas, por medio de
la limpieza social y así evitar que interfirieran en sus intereses con
vacunas, otros impuestos y reclutamiento de campesinos.
La
relación de Uribe con dineros de y para los narcotraficantes no se ha
aclarado, pero testimonios de Uribe sobre su íntima asociación de negocios
con su familia, testimonios que provienen de muchas fuentes, muestran que
familiares directos de Uribe, convictos como Mario Uribe, su primo hermano,
fue también su socio político de toda la vida, y no convictos como sus dos hermanos,
uno muerto, Jaime Alberto, y otro vivo, Santiago, señalados por colaboración,
financiamiento y participación de acciones paramilitares, no han negado, ni
Uribe tampoco lo niega, que nunca hayan roto su colaboración mutua. La nueva
generación de los Uribe, Tomás y Jerónimo Alberto, ha sido señalada por
recibir favores económicos y la tradición política, convicciones y maneras de
operar que desde su infancia les ha inculcado Uribe. Los lazos y las
convicciones políticas de la familia de Uribe son idénticos y se han
demostrado como íntimos y la causa de la unión y asociación que toda la
familia de Uribe comparte alrededor de él y que Uribe ha cultivado con base
en sus relaciones de sangre. *****
En
nuestra Próxima entrega: Estrategia militar de Uribe
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1 comentario:
Considero que el artículo comete el mismo error de Uribe. Este reivindica el crimen del paramilitarismo, ustedes reivindican el crimen guerrillero!. Muy mal me parece!.
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