Atento
Saludo,
Es probable que algunos dirigentes Sindicales y Sociales,
conozcan muy bien el origen del primero de mayo, pero por nuestra experiencia
directa hemos encontrado que muchos de los sindicalistas y sobre todo los
afiliados al gremio desconocen el significado que tiene este primero de mayo; los
antecedentes que dieron origen a esta emblemática fecha, es por ello que en Polo Crítico realizaremos una serie de artículos
orientados a dar a conocer muchos de los elementos esenciales que los trabajadores
deben conocer y defender por el bienestar de ellos mismos.
Por ahora digamos que los martires de Chicago están
cumpliendo 126 años y que hace 123 años se consumaba un crimen
judicial, se condenaba a la horca a varios dirigentes anarquistas por sus ideas
políticas.
El
fraudulento proceso judicial llevado a cabo en Chicago tendía a escarmentar al
movimiento obrero norteamericano y desalentar el creciente movimiento de masas
que pugnaba por la reivindicación de la jornada de ocho horas de trabajo...
favor leer el articulo abajo
Polo Crítico hace un llamado a los trabajadores, porque
consideramos que lo más importante, lo más deseable es que ellos, realicen un
serio análisis sobre su organización sindical, los dirigentes que eligen, como
se utilizan los recursos que le ingresan al Sindicato, cuales son los intereses
políticos que representan esos dirigentes. Por que no es posible que a una
organización que se supone que defiende los intereses de la clase obrera, e
integrada por organizaciones clasistas, como en la CUT Antioquia , tienen
representación miembros investigados por posibles nexos con ilegales que
asesinaron a muchos sindicalistas, y nada de esto ha merecido una discusión
pública, precisamente este será uno de los artículos que en esta serie, Polo Crítico publicará.
Fraternalmente,
Carlos A. Ruiz O.
Director Polo Crítico, Miembro Dirección Polo Antioquia,
Socio Escuela Nacional Sindical - ENS
El
Origen del Primero de Mayo
126 años los
mártires de Chicago: George Engel, Samuel Fielden, Adolph Fischer, Louis
Lingg, Michael Schwab, Albert Parsons, Oscar Neebey August Spies.
Argenpress,
Hace 123
años se consumaba un crimen judicial se condenaba a la horca a varios
dirigentes anarquistas por sus ideas políticas.
El
fraudulento proceso judicial llevado a cabo en Chicago tendía a escarmentar
al movimiento obrero norteamericano y desalentar el creciente movimiento de
masas que pugnaba por la reivindicación de la jornada de ocho horas de
trabajo.
Aquellos
trágicos hechos ocurridos en Chicago en 1886 -la huelga del 1º de Mayo, la
protesta sindicalista y el proceso judicial a los dirigentes y militantes
anarquistas- serían tenidos muy en cuenta, años después, por el movimiento
obrero internacional que, justamente, adoptó como el Día de los Trabajadores,
el 1º de Mayo.
Pero el
escarmiento no sólo abarcaba al sindicalismo. Debe tenerse en cuenta que de
los ocho dirigentes anarquistas, sólo dos eran norteamericanos y el resto se
trataba de inmigrantes extranjeros.
Sus
nombres fueron: Michael Schwab, Louis Lingg, Adolph Fischer, Samuel Fielden,
Albert R. Parsons, Hessois Auguste Spies, Oscar Neebe y George Engel.
En Boston
y en algunas otras ciudades norteamericanas de la época había una fuerte
corriente contra los trabajadores extranjeros que reclamaban por sus derechos
laborales y sociales junto a sus hermanos norteamericanos.
La guerra
de Secesión había interrumpido el crecimiento de las organizaciones
sindicales, cuyo punto de partida data de 1829, con un movimiento que
solicitó la implantación de la jornada de ocho horas de trabajo, en el estado
de Nueva York.
Pero a
partir de los años ochenta, se fue acrecentando la actividad gremial en la
cual socialistas, anarquistas y sindicalistas, cumplieron un rol destacado en
cuanto a su labor propagandística y política.
Mauricio
Dommanget en su 'Historia del Primero de Mayo', al referirse a los
trabajadores de Chicago, afirma: 'Muchos trabajaban aún catorce o diez y seis
horas diarias, partían al trabajo a las 4 de la mañana y regresaba a las 7 u
8 de la noche, o incluso más tarde, de manera que jamás veían a sus mujeres y
sus hijos a la luz del día. Unos se acostaban en corredores y desvanes, otros
en chozas donde se hacinaban tres y cuatro familias. Muchos no tenían
alojamiento, se les veía juntar restos de legumbres en los recipientes de
desperdicios, o comprar al carnicero algunos céntimos de recortes'.
La central
obrera norteamericana de entonces,
La huelga
del 1º de mayo de 1886
La prensa
norteamericana, principalmente el 'Chicago Mail', el 'New York Times', el
'Philadelphia Telegram' y el 'Indianapolis Journal' habían advertido por esos
días el 'peligro' de la implantación de la jornada de 8 horas 'sugerida
-decía el 'Chicago Mail'- por los más locos socialistas o anarquistas'.
La huelga
del 1º de Mayo de 1886 fue masiva en todos los Estados Unidos. Algunos
sectores industriales admitieron la jornada de ocho horas, pero la mayoría
fue intransigente a aceptar ese reclamo. En Milwaukee la represión policial
produjo nueve muertos obreros y hubo enfrentamientos violentos en Filadelfia,
Louisville, St. Louis, Baltimore y principalmente en Chicago.
En esta
última ciudad actuaban, además de las fuerzas policiales y antimotines, una
suerte de policía privada al servicio de los industriales y empresarios: la
compañía Pinkerton.
En tanto
el 1º de mayo había transcurrido sin ninguna violencia, fue dos días después,
cuando los sindicatos de la madera convocaron a una reunión, que los
'rompehuelgas' de
Así fue
que los anarquistas llamaron, para el 4 de mayo, a una concentración en el
Haymarket Square, acto público que contaba con autorización de las
autoridades. Al finalizar la reunión y cuando se desconcentraban los
trabajadores, el capitán Ward avanzó sobre los grupos obreros en actitud
amenazante.
Alguien
lanzó entonces una bomba contra efectivos policiales y abatió a uno de los
policías, hiriendo a otros varios. Entonces, las fuerzas policiales abrieron
nutrido fuego contra los trabajadores matando a varios y causando 200
heridos.
Ese hecho
de violencia permitió a las autoridades judiciales, instigadas por varios
políticos y diarios -principalmente el 'Chicago Herald' -a detener y procesar
a la plana mayor del movimiento sindical anarquista.
Así fueron
arrestados el inglés Fielden, los alemanes Spies, Schwab, Engel, Fischer y
Lingg y los norteamericanos Neebe y Parsons.
Comenzaba
el Proceso de Chicago, una burla a la justicia y un verdadero fraude procesal
como demostró pocos años después el gobernador del estado de Illinois, John
Peter Atlgeld.
'Razón de
Estado'
Es
evidente que el Proceso de Chicago contra los ocho sindicalistas anarquistas
produjo una sentencia dónde primó el principio de la 'razón de Estado' y que
no se buscaron pruebas legales ni se tuvo en cuenta la normativa jurídica de
la época. Se quiso juzgar a las ideas anarquistas en la cabeza de sus
dirigentes, y en ellos escarmentar al movimiento sindical norteamericano en
su conjunto.
Para ello
fueron amañados testigos, se dejaron de lado las normas procesales, y los
miembros del jurado -como se demostró pocos años después- fueron
seleccionados fraudulentamente. Entre otras anomalías procesales, la primera
fue que se los juzgó colectivamente, y no en forma individual, como disponía
la legislación penal. Se trataba de un juicio político, y la causa no era la
violencia desatada el 4 de mayo de 1886, sino las ideas anarquistas, por un
lado, y la necesidad de impedir el avance de la organización gremial que había
paralizado a los Estados Unidos el 1º de mayo del mismo año, por el reclamo
de la jornada laboral de ocho horas.
El
gobernador Altgeld, años después, explicaría al pueblo norteamericano que el
juez interviniente en el Proceso de Chicago actuó 'con maligna ferocidad y
forzó a los ocho hombres a aceptar un proceso en común; cada vez que iban a
ser sometidos a un interrogatorio los testigos suministrados por el Estado,
el juez Gary obligó a la defensa a limitarse a los puntos específicamente
mencionados por la fiscalía pública' en tanto que 'en el interrogatorio de
los testigos de los acusados, permitió que el fiscal se perdiera en toda
clase de vericuetos políticos y leguleyerías extrañas al asunto motivo del
proceso'.
'Ahorcadles
y salvareis a nuestra sociedad'
El fiscal
Grinnel, en su alegato, proclamó: 'Señores del jurado: ¿declarad culpables a
estos hombres, haced escarmiento con ellos, ahorcadles y salvaréis a nuestras
instituciones, a nuestra sociedad!'.
El 28 de
agosto de 1886 el jurado, especialmente elegido para aniquilar a los
acusados, dictó su veredicto especificando que siete de los imputados
-Parsons, Spies, Fielden, Schwab, Fischer, Lingg y Engel- debían ser
ahorcados, y el octavo, Neebe, condenado a 15 años de prisión.
Antes que
el crimen judicial se consumara, se cometió otro previo, el misterioso
suicidio de uno de los condenados: Louis Lingg, quien con la colilla de un
cigarrillo habría prendido la mecha de un cartucho de dinamita. En realidad,
como afirman los historiadores actuales, se trató de representar ante el gran
público otra demostración de que los anarquistas morían en su propia ley, las
'bombas'. Hoy se coincide en que Lingg fue asesinado.
Spies,
Fischer, Engel y Parsons subieron al patíbulo el 11 de noviembre, y fueron
ahorcados ante el periodismo, las autoridades judiciales, la policía y el
público allí reunido.
El
escándalo fue tan grande que a Fielden y Schwab se les conmutó la pena de
muerte por la de prisión perpetua. La movilización de las fuerzas
sindicalistas y la actuación de políticos como John Peter Atlgeld, hizo que
el 26 de julio de 1893 se les otorgara el 'perdón absoluto' a Samuel Fielden,
Oscar Neebe y Michael Schwab.
De todas
maneras, estos tres anarquistas tuvieron mucha más suerte que otros dos
ajusticiados cuarenta años después: Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, en
otro proceso igualmente fraudulento. Pero la reivindicación de los mártires
de Chicago fue realizada pocos años después de la muerte de cuatro de ellos y
de la liberación de los tres restantes.
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